No me disgusta la austeridad forzada a la que nos está conduciendo la guerra contra el terrorismo. Nada de aviones si no es por estricta necesidad. El tren, mejor que el coche. En casa, todo lo posible. Así, a pesar de la guerra, baja el precio de la gasolina. Quién lo iba a decir. Lo siento por los restaurantes, pero ganarán las iniciativas de comida rápida. Lo que no voy a hacer es comprarme mascarillas de ningún tipo. La histeria colectiva debe dejarse para mejor ocasión. No invertiría yo muchos millones de euros en construir un nuevo aeropuerto para Madrid.

La nueva austeridad

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