La elección de Formentor como escenario del encuentro entre el ministro isralí de Exteriores, Simon Peres, y el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Yaser Arafat, no es casual. Sus cualidades balsámicas y su dimensión atemporal parecen ubicarla más allá del bien y del mal y transmiten un sosiego que en ningún caso podía ser perjudicial para el encuentro. El III Foro de Formentor titulado “El proyecto euromediterráneo ante la ampliación de la Unión Europea” sirvió como pretexto oficial de un encuentro que se celebró en un momento extraordinariamente delicado para la situación en Oriente Próximo. El jefe del Ejecutivo español, José María Aznar, aprovechó su nueva influencia por la inminente presidencia de España de la Unión Europea y se mostró inflado por el éxito de conseguir reunirlos en Mallorca.
Arafat y Peres traían un equipaje cargado de desconfianza e inseguridad que no llegaron a deshacer. Su encuentro personal duró apenas unos minutos y es que, por muy balsámicas que sean las cualidades de la península mallorquina, todo proceso curativo requiere su tiempo. No obstante, por el simple hecho de haberse producido, la cita ha sido valorada como muy positiva. Más lastre traía Peres, maniatado por la política de asesinatos selectivos del primer ministro israelí, Ariel Sharon, y su deseo expreso de liderar personalmente las negociaciones con Arafat. En su alocución Peres recalcó que no habrá negociaciones mientras Arafat no controle las actividades de aquellas organizaciones terroristas propalestinas que instrumentalizan el conflicto israelo-palestino para imponer sus propios intereses. Peres finalizó proponiendo ofertas concretas de comercio bilateral. El líder palestino, por su parte, aprovechó para mostrar su disposición al diálogo, al tiempo que espetó a la comunidad internacional a que enviara observadores a la zona.
Menos es nada. Todavía es pronto para saber cuáles serán las verdaderas repercusiones de Formentor. Si consigue sacar a las negociaciones del estancamiento, ya habrá servido de mucho.

Un pesado equipaje
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