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Ahora que el PP y el PSOE se han propuesto pactar hasta por el color de las cortinas del recibidor del Palacio de la Moncloa, la refriega política ha localizado cauces menos naturales que la Sanidad, la Educación o las Pensiones. La hipotética candidatura olímpica a los Juegos del año 2012 se ha convertido, desafortunadamente, en uno de esos afluentes contaminados. En su día les expresé mis temores sobre esta cuestión a los señores Juan Antonio Gómez Angulo, secretario de Estado para el Deporte, y Alfredo Goyeneche, presidente del Comité Olímpico Español. Yo les hablaba de mis miedos, y ellos me respondían con reglamentos, plazos y "tiempos políticos". Se veía venir que Madrid (o sea: Partido Popular) y Sevilla (o lo que viene a ser lo mismo: Partido Socialista Obrero Español) acabarían a guantazos para contentar a sus respectivos jefes (léase, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero). Parece que, como sucedía en el lejano oeste, "las Olimpiadas son demasiado pequeñas para dos ciudades españolas, forastero".

Aunque soy madrileño y nada me gustaría más que poder disfrutar de unos Juegos en mi ciudad natal (con tanto socavón y tanto contenedor sueltos, para correr un rally ya lo tenemos todo muy bien montado) creo que los responsables de Madrid 2012 han irrumpido en la carrera como lo haría un elefante en una cacharrería. Ignacio del Río, consejero delegado del proyecto madrileño, anda empeñado en que Sevilla se retire por lo civil o lo criminal. No es sólo la operación de patrocinio llevada a cabo con las federaciones deportivas más importantes, sino que nadie puede argumentar seriamente que Sevilla no pueda presentarse como candidata una o cien veces si así lo consideran necesario.

Está claro que para José María Alvarez del Manzano sería un brillante colofón, antes de buscar el retiro en alguna embajada, obtener para Madrid aunque sólo fuera la candidatura olímpica. Para él sería un pelotazo, y a Mercedes de la Merced o Esperanza Aguirre les facilitaría mucho el camino allá por 2003. Ignacio del Río se está fajando en esa labor, como si realmente no importara la concesión posterior de los Juegos en el lejanísimo 2012 (¿quién gobernará para entonces?) sino sólo el esplendor inmediato y cegador de la candidatura (votos a la petaca). En ese combate tienen mucho que perder Madrid y Sevilla, o lo que es lo mismo: España. ¿Importa? Sólo espero que al COE no se le vaya de las manos, porque ya no queda más madera para esta guerra.

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