¿Así pagan los directivos culés a sus periodistas de cámara el catenaccio informativo al que son sometidos diariamente sus lectores-oyentes-telespectadores? Muy mal le tienen que irle las cosas al club azulgrana para que en la prensa catalana le vayan simplemente “mal”. Cuando le van “requetemal”, habitualmente es culpa de Francisco Franco y el complot judeo-masónico-centralista. Cuando el Barcelona se convierte en el “dream team” es a pesar del poder acaparador, omnímodo y devorador del Estado centralista.
Siempre se puede echar mano del “así, así, así gana el Madrid”, aunque ahora se han quedado un poco huérfanos tras el “florentinazo” de la ciudad deportiva. En Les Corts no hubo recalificación sino reparación de una deuda histórica. Figo no es un profesional (como Rivaldo, que se fue del Deportivo en el último minuto del último segundo) sino un Judas. El Barcelona es “más que un club”, pero el 18 de diciembre de 2002 Gaspart hará todo lo posible para que surja de la nada un Mollerusa-Hospitalet de Llobregat que amargue el centenario a los merengues. Ya se sabe, el “seny”. ¿Y tras los múltiples servicios prestados llega ahora la bomba de Salabert?
Onda Catalana denunció este viernes que, durante la tradicional (con J.L.Núñez, no) comida navideña que la directiva barcelonista mantiene con los periodistas, el premio Nobel infiltrado Ramón Salabert acusó a los periodistas de “gorrones, analfabetos, incendiarios y parásitos”. Al parecer, y siempre citando a los compañeros de dicha emisora, el tal Salabert es conocido por una habilidad innata a la hora de acomodarse en la candidatura ganadora. Igual que los cerdos localizan la trufa, Salabert sabe cómo sentarse siempre a la diestra del ganador. No es un delito tipificado en nuestro Código Penal, sino sencillamente un arte, como el de Pinito del Oro o Uri Geller. La primera “trapeciaba” por los aires, el segundo doblaba cucharas con la mente y Salabert es el corcho humano. “¡Pasen y vean al hombre que siempre sale en la foto!”
Digo yo que supondría una salida airosa para Salabert reconocer que, en dicha comida, no llamó “gorrones, analfabetos, incendiarios y parásitos” a los periodistas que trabajan en la ciudad condal, sino a aquellos que lo hacemos en Madrid. El “establishment” culé daría por bien empleada, seguro, la diatriba del Nobel si supiera encauzarla adecuadamente. Don Ramón salvaría de nuevo la cara y, en idéntica línea a la emprendida por su “amado presidente” (aquí quedaría bien un sonoro taconazo), dejaría las cosas meridianamente claras.
No seré yo quien, en un afán ciego y corporativista, niegue la mayor. Habrá periodistas gorrones, analfabetos, incendiarios y parásitos. Pero, en comparación con la clase directiva del fútbol español, ese tanto por ciento resulta insignificante. Salabert es la excepción que confirma la regla. En Suecia todo el mundo sabía que Naipul le robó injustamente el premio a “ese español capaz de descubrir un mundo paralelo con su refinada prosa y su olfato de artista renacentista”. Tiembla Leonardo. De verdad de la buena.
Todos los derechos reservados
!-->
