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David Jiménez Torres

X-Men: Los años perdidos

Después algo más de un año de publicación en nuestro país, y con el inconveniente de haber sido ya cancelada en EEUU, esta serie del polémico John Byrne se mantiene en un discreto segundo plano dentro de la cosmología mutante.

Hagamos historia. En los 60, los padres fundadores de Marvel, Stan Lee y Jack Kirby, crearon una serie sobre unos adolescentes mutantes que eran recogidos por un profesor calvo en silla de ruedas. La llamaron The X-Men, traducido en España como la Patrulla-X. La serie no cuajó entre el público, sobre todo desde el abandono por parte de Lee y Kirby de la colección, y ni siquiera el magnífico Neal Adams (que realizó los últimos números en lo que es uno de sus mejores trabajos) pudo salvar a The X-Men de la cancelación. El número 66 fue el último de una serie que ya llevaba mucho tiempo muerta.

En los 70, Marvel decide dar una nueva oportunidad a la serie, la relanza con nuevos personajes y en el segundo número coloca como guionista a un jovenzuelo recién llegado de Inglaterra llamado Chris Claremont. El resto es historia.

Y ahora llega Byrne, acérrimo fan de la colección original, y decide contarnos nuevas aventuras de la Patrulla-X original.

¿Cuál es el problema de una serie así? Pues que estamos hablando de una colección que fue cancelada, la primera de Marvel que recibió un golpe así. Y si no vendía sería por algo. Para empezar, de sus ocho protagonistas, cuatro son prescindibles (Kaos, Polaris, el Ángel y Jean Grey), dos no tienen interés (el Hombre de Hielo y la Bestia) y los otros dos (Cíclope y Xavier) son demasiado previsibles. Segundo, sus poderes son tan inútiles que resultan un verdadero estorbo en las escenas de acción (el Ángel puede volar y Jean Grey puede levantar jarrones, eh... qué bien). Y en cuanto a los villanos... un Magneto que es malo porque sí, una Hermandad de Mutantes Diabólicos tan ridícula como su nombre, una banda de mutantes feos (qué original, si no lo hubiéramos visto unas cinco veces, igual nos sorprendía) y poco más.

Para colmo de males, el ritmo es bastante lento, con una Patrulla siempre separada en distintos grupos, lo cual crea bastante confusión. La mayoría de las veces te invade el sentimiento de que quieres que acabe la historia.

El dibujo. La verdad es que Byrne se esfuerza, dibuja bastantes detalles y es buen narrador, pero... ¿por qué retrata a sus personajes con un cuerpo de anoréxica? Es difícil tomar en serio a figuras que son sólo huesos, y el estilizado entintado de Tom Palmer no ayuda a corregir esta tendencia del dibujante.

Resumiendo: si fallan las historias, los protagonistas, los villanos y el ritmo, el resultado sólo puede desembocar, en el mejor de los casos, en la mediocridad. Y bajo ese signo se arrastra esta serie. Reservada sólo para los acérrimos de Byrne y de la Patrulla-X original. Si es que existen.


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