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A vueltas con el cuerpo. Al sector más trasnochado —iba a decir "conservador", pero no sería ajustado al caso— de la ISU (Federación Internacional de Patinaje) le encantaría que Jamie Sale saliera a la pista con el refajo de Doña Rogelia, y que su compañero David Pelletier cerrara los ojos cuando, en pleno ejercicio artístico, lanza hacia arriba a su compañera. Esos mismos jueces, sin embargo, tuvieron que fijar necesariamente sus ojos en las nalgas de la patinadora canadiense para castigarla con 0,1 décimas "por sobrepasarse". Si yo fuera mujer y tuviera las piernas de Jamie, presumiría de ellas a todas horas. Aún a riesgo de que cualquier perturbado mental me llamara casquivana, o incluso cosas peores. El caso es que ella lleva un slip bajo la falda. ¿Cuál es el problema entonces?... Que los jueces imaginan qué habrá bajo ese minúsculo slip.

Un portavoz de la ISU adujo la preocupación por el hecho de que "ciertas posturas puedan alejar al público de la televisión a causa de su indecencia". Es, curiosamente, el mismo argumento que manejan los responsables del atletismo, la natación o el voleibol, pero para defender justamente todo lo contrario. Es muy sencillo: si a los humanos no nos atrajera el cuerpo de otros humanos, ni ustedes ni yo estaríamos aquí. Voy más allá (con el permiso de la ISU): ni siquiera existiría el patinaje artístico, porque no habría patinadores ni jueces que puntuaran a los patinadores. Un verdadero lío.

El italiano Maurizio Marzaglio, uno de los candidatos a la medalla de oro en la modalidad de danza, tiene ahora un dilema. Para bailar debe agarrar a Bárbara Fusar, su pareja deportiva. ¿Qué hacer? Y, sobre todo ¿cómo hacerlo?. Maurizio habla de la "autocensura" que existe ya entre los propios patinadores, pero el problema no se encuentra en ellos, ni siquiera en los jueces. El problema radica en un reglamento que consiente que una persona penalice a otra por enseñar sus piernas.

El meollo de la cuestión se encuentra en el Comité Olímpico Internacional, sostenedor de una política de auténticos "Reinos de Taifas", en el que cada cual hace lo que le viene en gana y que afecta, por ejemplo, al gravísimo problema del dopaje. El COI necesita un impulso porque, encontrándonos ya a comienzos del siglo XXI, nadie puede creerse que unas piernas, unas nalgas o un buen rabel (no el del bolero, sino el otro) puedan perturbar a nadie. Gracias a Dios, la ISU todavía no ha inventado el patinaje incorpóreo.

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