No hay por qué esperar, como reclamaba Vicente del Bosque ("ahora mismo somos líderes") a la conclusión del Barcelona-Real Madrid para sacar conclusiones sobre el choque del Nou Camp. No tengo por qué esperar a la finalización del partido entre el Rayo Vallecano y el Valencia para deducir que, tal y como se desarrolló el encuentro, el gran perdedor fue el Real, culpable del resurgir del equipo de Carlos Rexach en la segunda parte. Le dije a Solari que, en mi modesta opinión, pasaría mucho tiempo antes de que su equipo volviera a tenerlo tan fácil para llevarse los tres puntos. El argentino, que fue de lo mejorcito, me corrigió: "Habrá otra ocasión". Lo único cierto es que antes de empezar a jugar el Madrid llevaba dieciocho años sin lograr la victoria (en Liga) en el Nou Camp, y al acabar de hacerlo llevaba diecinueve. Es probable que la fe de Solari mueva montañas, pero no fue capaz de hacer lo propio con un equipo roto, sin cabeza, diezmado y que, durante muchos minutos, jugó al "escondite inglés".
¿Por qué digo que el Real Madrid fue el gran perdedor? Porque fue el único capaz de ganar el partido con autoridad y porque, al contrario de lo que pueda pensar mucha gente, se jugaba más que el Barcelona. ¿O es que hay alguien que siga pensando que los culés pueden ganar todavía la Liga? A la hora de luchar por el campeonato, los rivales del Madrid son el Valencia y el Deportivo de La Coruña. Con el 0-1, el Real tenía que haber sido capaz de dar un golpe de decisivo, pero tuvo la "mano fofa", le falló el corazón y se amilanó pensando en aquel año de 1983, cuando los goles de Juanito y Santillana le dieron por última vez la victoria al equipo de Di Stéfano. Muchos años. Demasiados.
Desconozco si Jorge Valdano será un ventajista en su vida profesional y personal. Sólo desde esa perspectiva –la de un ventajista– el director general deportivo del Real Madrid puede preparar a César para el chaparrón mediático que pueda venírsele encima. César falló clamorosamente en el gol de Xavi. Punto. También falló Raúl un clarísimo cabezazo y no por ello dejará de ser un "crack" mundial. Sólo quiero apuntar de nuevo –independientemente del fallo de César, que él mismo reconoció– que, en mi opinión, Del Bosque se equivocó al elegir el momento del relevo. No quiero decir que Iker Casillas sea mejor portero (aunque para mí lo sea), sino que Vicente calculó mal los efectos de la onda expansiva de una decisión fatalmente explicada. Y ahora deberá sostener a César hasta el final de temporada si no quiere mandarle directamente a galeras.
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