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Hace una semana escribíamos en este mismo espacio digital que sería una decisión equivocada volver a nombrar a Adsuara. En aquel momento dijimos que el padre de la LSSI provocaba el rechazo de gran parte de la comunidad internauta, y lo seguimos manteniendo. A su nefasta gestión –que posiblemente no hubiera sido muy diferente en manos de otra persona impuesta desde La Moncloa como lo fue en un primer momento Adsuara– hay que sumar sus formas. Su estilo político carece de la más mínima delicadeza y no duda en llegar a criminalizar o mostrar su máximo desprecio a quienes osan criticar su actuación. Lo escrito hace una semana sigue teniendo vigencia. El Gobierno se ha equivocado al volver a situar al frente de la Dirección General para el Desarrollo de la Sociedad de la Información a alguien cuya acción más aplaudida fue su obligada marcha.

La nueva etapa de Don Borja como mano derecha de Birulés puede ser breve. El motivo es simple, existen numerosos indicios de que el Ministerio de Ciencia y Tecnología desaparecerá en cuanto termine la actual presidencia española de la UE. Acabado el Departamento, acabadas las direcciones generales del mismo. Cuando esto ocurra es posible que Birulés vuelva a la empresa privada –adiós, Doña Anna, no podemos decir que fue un placer–, pero es casi seguro que Adsuara seguirá en la cosa pública. Lo hará, parece ser, en ámbitos diferentes del actual. Los internautas se habrán librado de un personaje que va a dejar eso que llaman Sociedad de la Información peor que cuando llegó, pero al menos no tendrán que seguir aguantando sus formas. Además, quién sabe, puede ser que el problema radique en que no es la persona adecuada para el cargo y en otro puesto de la Administración lo haga mejor.

Sea como fuere el futuro a medio plazo, ahora lo importante es el momento actual y lo más cercano. Adsuara vuelve con su legitimidad en entredicho y causando el disgusto de numerosos internautas españoles. A esto hay que sumar el recurso contra el Real Decreto que ha permitido su nombramiento por segunda vez. El Gobierno no sólo ha cometido un error por nombrar a una persona no querida por quienes son los máximos afectados por su gestión. Además, el Ejecutivo ha elegido una fórmula que ya falló en una ocasión y se arriesga a que la Justicia vuelva a enmendarle la plana. Aunque el riesgo en este sentido es mínimo, cuando llegue la nueva sentencia es posible que ni el Ministerio, ni la Dirección General, sigan existiendo.

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