Cuidado que es bonita la categoría de “concejal”, el miembro del concejo o corporación municipal. En Granada se llamaron un día “caballeros 24”, porque ese era el número de los concejales. Bueno, ahora pueden ser también señoras. De hecho, empieza a haber más concejalas que concejales. Por muy bella que sea la palabra, el hecho repetido es que los cronistas municipales la evitan todo lo que pueden. En su lugar, acuden al cultismo de “edil”, que en latín sería propiamente el concejal de urbanismo o de obras públicas.
Peor decisión es la de calificar al alcalde de “primer edil”, cuando el alcalde es el que gobierna el Ayuntamiento. Más discutible es considerar a los concejales como “munícipes”. En efecto lo son, pues “munícipe” es tanto como decir empadronado en el municipio. Pero los concejales son sólo una parte minúscula del vecindario. Claro que el uso ha establecido la sinonimia entre concejal y munícipe; qué le vamos a hacer. El idioma es lo que se habla, pero también es verdad que conviene saber por qué se habla.
Los concejales
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