Ya es manía anglicana lo de espolvorear el discurso común con los “prerrequisitos” o las “precondiciones”. El diccionario oficial nos dice que los prerrequisitos son los requisitos previos. No estoy de acuerdo, puesto que los requisitos son “las circunstancias o las condiciones necesarias para algo”. Luego los requisitos no pueden ser más que previos. Por tanto, decir “requisitos previos” es un pleonasmo bastante inútil. Peor es hablar de “precondiciones”. Las condiciones son igualmente previas, por lo que estamos en el mismo caso. Ese sufijo “pre” se puede eliminar bonitamente de muchas palabras (precontrato, preaviso, precalentamiento) y no pasa nada. Son ganas de solemnizar lo trivial. Un precontrato es un contrato en toda regla, solo que antecede a otro. El deportista calienta sus músculos para disponerse a entrar en el juego, pero no se precalienta nada. Al trabajador le avisan de que va a ser contratado, despedido o ascendido, pero el hecho no es un preaviso. Así hasta la extenuación.

Los prerrequisitos

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