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El Perú es un país en el que la política resulta ser un elemento más para la sonrisa y la diversión. Pero también despierta, como en casi todos los lugares del mundo, las pasiones más encendidas, los argumentos y actitudes más inverosímiles y las declaraciones más grotescas y fuera de lugar.

Alejandro Toledo lleva 14 meses como presidente del Perú y su popularidad baja cada día más. En las últimas encuestas, ésta se sitúa en un 15 por ciento, el punto más bajo desde el 28 de julio de 2001. Si miramos solamente las estadísticas y las encuestas, resultaría normal pensar que su gobierno ha sido malo. Ni siquiera malo, un desastre. Si lo miramos en conjunto con las cosas que se han concretado en este tiempo, las cifras parecen ser exageradamente bajas.

En poco más de un año en el gobierno, Toledo ha tenido su más y sus menos. Los menos podríamos resumirlos en sus declaraciones. Las suyas y las de su entorno. Mientras él hace algunas que distan de su carácter como presidente, las de su esposa, Eliane Karp, son mucho más polémicas. Algunos dirán que tiene el derecho de expresarse, otros que debería concentrarse en sus funciones de primera dama. Su trabajo paralelo en un banco peruano le ha hecho además mucho daño al propio Toledo.

Otro de los temas que perjudican a Toledo es el referido a su supuesta paternidad de una niña que él no ha querido reconocer. Ni siquiera ha aceptado someterse a un examen de ADN que dejaría el tema zanjado. El gran error de Toledo ha sido no resolver este tema antes de las elecciones y esto también le ha restado puntos de popularidad. Pese a que es un tema que no debería ser tomado como arma política, sus detractores lo han aprovechado.

Pero todo parece estar en contra de Toledo. No es una exageración decir que durante este año y dos meses de mandato, el presidente no ha tenido ni un segundo de respiro. Lo increíble llega cuando algunos personajes de la vida política y periodística piden hasta que se declare la vacancia de la presidencia por razones morales. Y pensar que hemos pasado ocho largos años de dictadura con Fujimori sin que esto se planteara. Tras ocho años tampoco recordábamos grandes protestas callejeras. Dos días después de tomar el poder, Toledo ya se enfrentaba a innumerables manifestaciones.

Hace pocos días, la administración Bush declaró al Perú como país elegible para gozar de los beneficios de la Ley de Preferencias Arancelarias Andinas (ATPA), lo que le reportará grandes beneficios. Este régimen arancelario preferencial otorgado por EEUU de manera unilateral, dará nuevos puestos de trabajo, nuevos ingresos a pequeños y medianos empresarios y un notable aumento de las exportaciones. Sin duda, un éxito del ejecutivo peruano, pero tal como van las cosas en el Perú, es posible que incluso perjudique a Toledo y lo haga bajar aún más en su popularidad. Parece inexplicable, y de hecho lo es.

Sea como sea, es evidente que a nadie le conviene que a Toledo le vaya mal, porque eso significa también un perjuicio para el Perú. Pero es posible que no sea así y que algunos realmente deseen su fracaso. Alan García, aquel que fue presidente entre 1985 y 1990, que dejó al país es una situación desesperada y que en las pasadas elecciones fue visitado con tanta amabilidad por sus ex enemigos, sabe que tendrá una nueva oportunidad en 2006. El líder del APRA ya está trabajando para eso.

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