Gregorio Manzano no parece un "globo medio pinchado". El jiennense estaba en la calle tras la tercera derrota consecutiva del Mallorca en tres jornadas, pero Mateo Alemany –el primer director general que quiso contratar Florentino Pérez para su Real Madrid– supo aguantar con estoicismo las embestidas de las dos opiniones, la pública y la publicada, que exigían la cabeza del psicólogo en bandeja de plata. Porque esa es otra: Gregorio Manzano es el único técnico de Primera División que puede presumir de ser el psicólogo del equipo. De un extremo se pasó al otro y, tras las tres derrotas, han llegado seis victorias seguidas, lo que constituye un récord absoluto desde que Luis Aragonés ocupara ese mismo banquillo. Es curioso, porque el año pasado otro entrenador, Rafael Benítez, siguió una senda similar a la de Manzano; el madrileño se jugaba la cabeza contra el Espanyol, y al final hizo campeón de Liga al Valencia. El paralelismo llega hasta ahí porque al equipo de Goyo le falta calidad para optar seriamente al premio gordo de la lotería, pero seguro que va a hacer mucho ruido a lo largo del campeonato.
El éxito de Manzano es el de otro "hombre tranquilo", (ojo, tranquilo, que no con falta de rigor) buen exprimidor de la calidad de sus futbolistas. El día que conocí a Goyo me contó las mil piruetas que tuvo que hacer para combinar el banquillo con la docencia, haciendo más kilómetros que Fittipaldi. Sintonizamos desde el primer instante, y me di cuenta de que no existía "efecto Manzano" –aunque sea un "encantador de serpientes"– sino un poso de gran entrenador. Lo que ha hecho en el Mallorca ha sido aplicar la lógica pura y dura, y aprovechar el extraordinario caudal ofensivo que posee ese equipo. Ni siquiera la marcha de Luque al Deportivo de La Coruña ha podido restarle "punch". El equipo balear tiene arriba un tanque (Pandiani, que ahora está en racha), un creativo (Ibagaza) y un chaval rapidísimo y con unas cualidades increíbles (Samuel Eto'o). Manzano ha consolidado y ofrecido confianza a sus defensas, y ha recuperado las bandas. ¿Resultado?... Seis victorias consecutivas, y el Mallorca clasificado en tercera posición, empatado con el Valencia y a una victoria de la Real Sociedad (y el equipo donostiarra juega este domingo contra el Real Madrid).
A veces sopeso la posibilidad de que pueda ser víctima con Gregorio Manzano de una especie de "síndrome de Estocolmo" futbolístico, pero no. Javier Aguirre también me cae fenomenal, pero el hombre no es capaz de sacar a su Osasuna del pozo de Primera. En un mundillo tan superficial como éste, terreno abonado para starletts de tercera, la normalidad de Manzano podría llegar a indignar a más de uno. Su sencillez no forma, sin embargo, parte de ningún plan alternativo, no es una pose. Goyo sabe mucho de fútbol y, lo que resulta mucho más relevante, conoce perfectamente cuáles son sus orígenes.
Sirva una anécdota: la última vez que le acompañé a una tertulia de El Tirachinas en el hotel Miguel Angel –asistían Cruyff, Valdano y Pereira– me dijo, haciéndome un guiño: "¿y ahora qué digo yo con estos señores que saben tanto?". El sí que sabe; más que los ratones "coloraos".

El "efecto Manzano"
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