El, supuestamente, contorsionista, pero seguro etarra, Fernández Iradi sigue fugado, pero nueve islamistas han sido detenidos por la DST. Aparentemente, nada tienen que ver, pero sí, porque todo ello es terrorismo. En este sentido, los comerciantes parisinos han constatado una disminución de entre el 5 y el 10% en las compras navideñas en relación con 2001, así como que más compras fueron realizadas con antelación, en noviembre, que en años anteriores. Esto quiere decir que bastantes parisinos se tomaron en serio los rumores sobre la posibilidad de atentado islamistas en los grandes almacenes en estos periodos de fiestas.
Los nueve islamistas detenidos, aunque magrebíes, serían “chechenos”. Uno de ellos declaró que los atentados que preparaban tenían como objetivo la embajada y/o el consulado rusos en París, para vengar a sus “hermanos chechenos mártires”, muertos en Moscú o en Chechenia. Son muchos en Francia los que saludan con entusiasmo, hasta en los medios oficiales, la “heroica lucha de los combatientes chechenos”, pero curiosamente, ese entusiasmo decae cuando se trata de bombas en París, como si no existiera una internacional islámica del crimen.
¡Están de vuelta las vacas locas! Una cadena de restaurantes, Buffalo Grill, es acusada de haber importado carne británica, pese al embargo; quieren llevarla ante los tribunales y sus dirigentes podrían ir a la cárcel.
Hay que recordar que si la epidemia de las vacas locas comenzó en Gran Bretaña, también fue allí donde antes terminó, porque los británicos fueron los primeros en tomar las drásticas medidas necesarias: horrenda matanza de reses, pero, sobre todo, prohibición de las harinas cárnicas, únicas culpables de esa epidemia. Entonces, el gobierno Jospin y su ministro de Agricultura, Jean Glavany (que tanto se ha lucido como director de campaña de Jospin), vieron una magnífica oportunidad arancelaria y decidieron el embargo del vacuno británico. Eso no evitó, claro, la epidemia en Francia, como en otros países, ya que se seguía alimentando a las infelices vacas con esas harinas mortales. Hasta que Chirac dio la orden fulminante de prohibirlas. Pero, como era buen negocio para los ganaderos franceses y su ministro, el gobierno Jospin mantuvo el embargo, incluso mucho después de que la UE hubiera declarado oficialmente que el vacuno británico era de nuevo perfectamente comestible y amenazara, en vano, a Francia con sanciones por mantener, sola e ilegalmente, dicho embargo.
Y ahora quieren procesar a Buffalo Grill, cuando, a todas luces, los primeros culpables son quienes seguían alimentando su ganado con esas harinas, a sabiendas de que podían ser mortales, y quienes les protegían. En primer lugar, el pirata de Jean Glavany.

Terrorismo y vacas locas
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