La expresión es muy corriente: “No se lo deseo a nadie”. Es la exclamación de quien recibe un golpe de mala suerte, una inclemencia de la vida, una desgracia cualquiera. ¿Es que acaso se puede pensar que esas contrariedades son para desearlas a otros? Una variedad mitigada de ese espíritu vengativo es lo de “no se lo deseo a mi peor enemigo”. Es decir, a mis enemigos puedo desearles cosas malas, pero no esta tan perversa que me acaba de ocurrir a mí.
Estamos ante expresiones muy ilustrativas del tipo de relaciones sociales desconfiadas que tanto abundan en la vida española. Como siempre, el lenguaje nos delata. Por la boca muere el pez… y el hombre.

Exclamaciones de desconfianza

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