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Andrés Freire

Y el ganador es.... Rupert Murdoch

Rupert Murdoch, el visionario magnate de la comunicación, expresó claramente su opinión antes de que empezara la guerra. Ésta era necesaria por razones morales, y también prácticas. Con toda crudeza, el australiano-americano aseveró que la guerra despejaría la incertidumbre que impedía nuevas inversiones, pondría el petróleo a unos 20 dólares por barril y reafirmaría el liderazgo mundial de Estados Unidos.

Los directores de sus 175 periódicos se mostraban de acuerdo, y en todos ellos la línea editorial favorecía la guerra. En el Reino Unido, el populista The Sun se mantuvo fiel a su tradición de patrioterismo sin restricciones y portadas insultantes (aunque ninguna del alcance del GOTCHATe pillé– que acompañó al hundimiento del Belgrano en las Malvinas). En Estados Unidos, el papel del Sun lo representó el New York Post, el único periódico del imperio Murdoch donde aparece el nombre del dueño. Su portada, en la que aparecían los cementerios de soldados americanos en Francia, cuya memoria estaba siendo mancillada, supo agitar el corazón patriótico de los Estados Unidos. Este mismo periódico ha hecho famosa la expresión Axis of Weasels (el eje de las comadrejas) para referirse a franceses y alemanes. El alimento ideológico de la guerra también vino de una revista de Rupert Murdoch, el Weekly Standard, editado por el líder intelectual de los comentaristas políticos neoconservadores, William Kristol. Ante esto, ¿cómo no acordarse, en los meses previos a la invasión, de William Randolph Hearst diciéndole a sus enviados especiales en Cuba aquello de “yo pondré la guerra”?

Y la guerra ha traído enormes beneficios a Rupert Murdoch. En el Reino Unido, Sky News ha triunfado sobre el resto de canales informativos. En Estados Unidos, de un modo previsible, Fox News ha triturado a la CNN. Lo ha conseguido con innovaciones de gran calado en el campo de la información televisiva. Ha dejado atrás cualquier pretensión de objetividad y ecuanimidad, inanes reliquias de un mundo ya fenecido, y ha adaptado a la televisión las técnicas y los modos de los tabloides: La bandera americana en la pantalla, el lenguaje del Pentágono (liberación de Irak, los escuadrones de la muerte iraquíes) en la boca de los presentadores, y unos “periodistas empotrados” que parecían formar parte del ejército. Si la primera guerra de Irak nos dejó como imagen televisiva a Peter Arnett retransmitiendo en directo desde Bagdad, de la segunda guerra quedará en la retina de los estadounidenses la de Greg Kelly de la Fox entrando en la ciudad con los marines. Por detrás, claro, de Bagdad Bob –así se conoce en Internetlandia al ministro de información iraquí, la gran revelación mediática del conflicto– asegurando a los periodistas que el avance de las tropas americanas era una patraña... mientras en el horizonte asomaban los tanques aliados.

Nada detiene ahora a Murdoch. Ha anunciado la compra de Direct TV, la primera operadora por satélite de Estados Unidos, ha entrado en Italia y expandido sus redes en China. Un conquistador y un visionario, sin duda, Rupert Murdoch. Quizás el mayor de nuestra era. Tal es su expansión que la mayor parte de los perfiles periodísticos sobre él nos recuerdan que tiene ya 72 años y 5 hijos de distintas mujeres, como si sólo la muerte y las disputas de sus herederos pudieran frenar el poder de su imperio.


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