Efectivamente, como dice el Secretario de Organización del PSOE, José Blanco, es difícil recordar en la historia de la democracia una situación como la provocada por la aparición del presidente del Gobierno en TVE. Pero no porque el inquilino monclovita se presente ante las cámaras cuyo poder hipnótico administra cuando le viene en gana, que eso se ha hecho siempre en España desde que hay democracia y aun antes de haberla, porque los hábitos no han cambiado del Suárez azul al blanco, de Arias Navarro a González o de Calvo Sotelo a Aznar. Lo que no tiene precedentes es que la Oposición proteste porque el presidente del Gobierno se explique en televisión. ¡Como si no tuviera cosas que explicar! Por lo visto, lo que temen Blanco y compañía es que, efectivamente, las explique. Y que la gente le crea, cosa algo más sencilla de hacer si el que se explica es Blanco.
Pero el comienzo de este “mes horribilis” que ha de llevarnos hasta las elecciones municipales y autonómicas, aunque no sepamos en qué estado, está empezando a demostrar que el PP tiene un arma secreta con cuyo concurso es posible que le dé la vuelta a las encuestas y a los pronósticos. Y ese arma no es otra que José Blanco, la B-2 (osea, la V-2 de Von Braun pasada por la LOGSE), con cuyo devastador efecto disuasorio piensa ganar finalmente la contienda el partido de Aznar. Es tan grotesco el argumentario de campaña preparado por Zapatero, Blanco y compañía –en el que se achacan a Aznar todos los males habidos y por haber, de España y del extranjero–, que tras oírle hasta los más reticentes a votar al PP pueden ponerse a hacer cola en las urnas. Si Blanco sigue así, conseguirá que los liberales votemos masivamente a Gallardón.
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