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Germán Yanke

¿Atutxa procesado?

Hay que conocerle. Juan María Atutxa no puede mantener por mucho tiempo el personaje que creó de sí mismo y, en cuanto se descuida, le sale lo que realmente es: servil políticamente a su partido, que le rescató para un cargo para el que no está preparado, y grosero intelectualmente: ahora dice, nada a tono con el papel institucional que le corresponde, que no ha querido dar “un corte de mangas a la Justicia”.

A este desobediente de pacotilla, en realidad servil al totalitario intento de convergencia entre PNV y Batasuna, más próximo al golpismo antidemocrático que a cualquier otra cosa, le da el Tribunal Supremo cinco días para cumplir la resolución judicial de disolución del grupo antes llamado Batasuna y ahora Sozialista Abertzaleak. Para ganar tiempo, para mantener la tensión con el Estado de Derecho (que es el verdadero enemigo del PNV), los nacionalistas piden informes, se muestran como víctimas de los tribunales y parecen tender, dejando el asunto demorado hasta que les interese, a mantener que, para disolver el grupo, precisan reformar el Reglamento de la cámara. Es un absurdo jurídico, una triquiñuela, una muestra más de que el objetivo del PNV es lograr la hegemonía de una “familia nacionalista” unida y nunca la legalidad, separación de poderes y el respeto a los derechos individuales.

Pero no será el Supremo el que inicie, en su caso, un procedimiento judicial contra Atutxa. Tendría que incoarlo el fiscal y me temo que, por el tipo de aforamiento del presidente del Parlamento vasco, ante el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco. No dudaré, y menos a priori, de este órgano judicial, pero no deja de sorprender que, ante casos de la gravedad del que tratamos, el asunto pudiera quedar al margen del propio Tribunal Supremo. Cuando tanto complejo de la más que acomplejada Transición ha dado lugar a un Estado en ocasiones, y cuando menos, estrafalario, cuando se habla tanto del Pacto por la Justicia como si el mayor problema de ésta sea el reparto de puestos entre amigos de unos y otros o los ordenadores de los juzgados, no estaría de más reflexionar un poco.

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