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Lo del fiscal Bermejo metiéndose a averiguar —o a fingir que averigua— irregularidades urbanísticas en Alcorcón denunciadas por la SER no es, aun siéndolo, un escándalo. Es la simple confirmación de la existencia de un auténtico Partido Fiscal o de algo parecido a una agrupación paralegal de fiscales dispuesto a violentar todas las leyes y todas las éticas para ayudar al PSOE a encubrir sus vergüenzas.

El fiscal Bermejo (o sea, rojo, en castizo) ya acreditó en la Edad de Oro de la corrupción felipista su capacidad de entender las necesidades del progresismo español. Tras estallar el Caso Ibercorp, Felipe González anunció ante las cámaras de TVE que “ponía la mano en el fuego” por Mariano Rubio, el hombre que en su calidad de Gobernador del Banco de España firmaba los billetes. Se quemó de forma gravísima, si no en lo físico, en lo político. Y allí acudió Bermejo. En una operación fulgurante, Mariano Rubio entró en la cárcel justo a tiempo de salir en el telediario de las tres. Luego, salió, todos salían, pero la operación de fingir que González luchaba heroicamente contra la corrupción salió adelante.

La necesidad que tienen los socialistas de disimular la corrupción que reina en sus filas se ha acrecentado y acelerado en la Comunidad de Madrid por el episodio de los dos diputados rebeldes elegidos en la lista de Simancas. Por eso se han dirigido al Tribunal Superior de Justicia madrileño para que se cargue todo el ordenamiento legal y cualquier garantía constitucional encarcelando a los disidentes y privándoles el acta de diputados. Sin embargo, lo que en cualquier magistrado y en cualquier fiscal decente produciría sonrojo o consternación, puesto que se quiere utilizar a la Justicia contra la Ley al servicio de oscuros intereses partidistas, ha excitado el celo del fiscal Bermejo.

No sorprende, pero alarma. Después de la asombrosa petición del tío de Trinidad Jimenez, aún fiscal general anticorrupción, de aterrizar en el caso que perjudica a su sobrina carnal, llega el fiscal Bermejo a ilustrarnos sobre el uso alternativo del Derecho. Que es, esencialmente, torcido.

¿Y cómo nos podemos defender los ciudadanos del Partido Fiscal?


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