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Y ahora Alpe d'Huez, mítica etapa alpina del Tour de Francia que, por ejemplo en España, sirvió al escritor Javier García Sánchez para recrear una novela fantástica con título del mismo nombre, "El Alpe d'Huez", ("Plaza y Janés", 1997) que, ahora que lo pienso bien, quizás fuera más una novela de terror que otra cosa. Y es que la amable estación turística de las Grandes Rousses en la que se encuentra "Bretonne", una de las creperías más famosas de Francia, se torna en pavor ciclista al más puro estilo de Stephen King cuando de lo que se trata es de llegar hasta la cumbre subido en una bicicleta. Entonces Alpe d'Huez desencaja y asfixia, aunque también encumbra y hay ciclistas que perviven en el recuerdo de los buenos aficionados sólo porque ganaron allí en una ocasión.

La etapa de Alpe d'Huez de 1984 coronó definitivamente al colombiano Luis Herrera como uno de los escaladores más importantes de toda la historia. Y, para desgracia de los españoles que soñábamos con Angelito Arroyo llegando vestido de amarillo a París, Alpe d'Huez descubrió también a un chavalito mal encarado, escupidor nato y con aires de profesor de física cuántica, el francés Laurent Fignon, que ganó aquel Tour con sólo 23 añitos. Y el mejor Lance Armstrong que uno pueda recordar ofreció, en la etapa de 2001, una auténtica exhibición de genio físico pero también interpretativo. El estadounidense subió adrede renqueante La Madeleine, penúltimo puerto de la jornada; luego puso en marcha el molinillo y llegó vencedor. A nadie le cabe la menor duda de que Armstrong ganó allí su tercer Tour consecutivo.

Pero yo guardo en la memoria una etapa que acabó en Alpe d'Huez y que no sirvió para coronar -porque ya tenía mil coronas- sino para jubilar a su pesar a un ilustre del ciclismo mundial, Bernard Hinault. En 1985, su quinto Tour, Hinault, cegado por la ambición, sufrió una caída en la intrascendente etapa de Saint Etienne. Stephen Roche intuyó que el viejo "tejón" atravesaba por serias dificultades, aunque Greg Lemond -gregario por aquel entonces del francés- respetó al líder sirviéndole la carrera en bandeja. Hinault juró que al año siguiente colaboraría con el americano, pero sólo cuando se vio sin las fuerzas necesarias -camino precisamente de Alpe d'Huez- cedió el testigo a la nueva generación. Ambos, compañeros en el equipo de "La Vie Claire, cruzaron juntos de la mano aquella vez. Y mañana de nuevo Alpe d'Huez. Otro día de ciclismo grande.

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