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Carmen Leal

Cuéntale a la ministra

Los exámenes de selectividad están agonizando. Pronto serán sustituidos por un examen final de Bachillerato, popularmente Reválida. Quizá sea por eso, porque estamos al final de un tipo de pruebas que dan remate a la Educación no Universitaria, por lo que en Cataluña se han variado las preguntas en este septiembre de 2003.

En la prueba de Lengua y Literatura castellana los alumnos se han encontrado con una pregunta en la que se les pide que en 150 palabras escriban una “Carta a la Ministra de Educación”. Y se añade “Cuéntele a la Ministra, en términos formales, su opinión sobre la formación que ha recibido en los dos cursos de bachillerato que ahora ha acabado”. Esta era una opción, en la otra se pedía que comentasen el lenguaje poético y la metáfora de Pablo Neruda en “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, textos trabajados durante el curso con el profesor y propuestos con anterioridad como temas de examen.

No sabemos el número de alumnos que han elegido una u otra opción, ni si son los alumnos que concurren en septiembre los menos aplicados. Los hay que, habiendo aprobado, repiten la prueba para sacar mejor puntuación, y así acceder a los estudios superiores que hayan elegido en primer lugar. Pero podemos aventurar lo que pensará el corrector, profesor licenciado o doctor en Hispánicas. Lo primero, suponer que el alumno que ha elegido la Carta a la Señora Ministra no sabe absolutamente nada de Neruda, o bien porque no ha ido a clase o porque no ha estudiado nada. Todo el mundo elige aquello que sabe bien y de lo que tiene seguridad. Hemos dicho que es un texto propuesto como tema de examen con anterioridad y que lo deben haber trabajado en clase con el profesor. Después, valorará mucho el lenguaje formal, algo de lo que están ayunos los alumnos catalanes, puesto que todas las materias se imparten en catalán, y aunque hablan en el recreo y en la calle en castellano (lengua que ha pasado de ser “cooficial” a tener el estatus de “tolerada”), desconocen el lenguaje formal. El lenguaje culto y formal se aprende al adquirir distintos conocimientos pertenecientes a distintas materias, y estos se adquieren en los centros escolares, no en la calle, ni en TV.

Respecto al contenido de la carta-examen, sería interesante ver los razonamientos de los alumnos a favor o en contra de la LOGSE que han padecido. Quizá se tope con algún ejercicio-carta de alumno “independentista” (que abundan) o “soberan-socialista” que, amparado por las declaraciones de Pascual I “El Asimétrico”, se explaye en argumentaciones oídas y repetidas mil veces a lo largo de su formación académica y le cuente a la señora ministra de Educación que Catalunya no es España, aunque geográficamente esté inscrita en la Península Ibérica y en el “Estat espanyol”, que pertenece a la Corona de Aragón, y que pronto estará en la Europa de las regiones, porque eso de la Europa de las Naciones es muy antiguo y además deja en lugar secundario a las naciones sin estado, como Cataluña, de ahí que se busque ardorosamente “l’Estat catalá”. Y muy correctamente, se supone, le diga que “aquí usted no tiene nada que hacer”. Es posible que se lo diga en una nueva lengua “el catañol”, lengua híbrida, mezcla de catalán y español, que está teniendo una muy buena implantación entre las capas más bajas de la sociedad catalana.

En cuanto al profesor o profesores que hayan confeccionado la prueba de Lengua española y Literatura en este septiembre de 2003 que aquí comentamos, dejamos al inteligente y agudo lector de Libertad Digital el ejercicio mental del “por qué” y el “para que” de este tipo de examen tan poco usual e inédito en otras autonomías españolas. Baste recordarle que son alumnos que tienen 18 años, que se estrenan como ciudadanos con derecho al voto, y que las elecciones están ahí.

Carmen Leal es profesora de Lengua española y Literatura y secretaria de la Asociación de Profesores por el Bilingüismo.

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