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Cuando Joan Gaspart dijo aquello de que no consentiría que fueran a provocarle a su casa, me entraron unas ganas locas de solicitar para él un control cualquiera, el antidoping por ejemplo. "¿Cuántos dedos hay aquí?"... Por unos instantes (breves) manejé la posibilidad de que Gaspart no fuera en realidad Gaspart y que, en una de aquellas frenéticas carreras que se pegaba por los escalones del palco, –ahora de dos en dos, luego de tres en tres, con la capa del "Loden" sirviéndole de improvisado alerón trasero– dejando boquiabiertos a todos sus invitados, hubiera sido sustituido por un doble mentecato, un madridista muy parecido a Gaspart y que quisiera hacerle mucho daño a la imagen del F.C. Barcelona.
 
Qué va. Gaspart era Gaspart, igual que Van Gaal era Van Gaal (aunque de este tampoco esperaba mucho). Lo peor de todo es que Xavi era Xavi cuando dijo que Figo tendría que haber lanzado más rápido los córner o que los hubiera tirado otro. ¿Sería Gabriel Masfurroll realmente Gabriel Masfurroll cuando aseveró que la fotografía de la cabeza de cochinillo que alguien lanzó desde la grada era un montaje de la prensa de Madrid? Pues sí, Masfurroll era también Masfurroll. Lo de Van Gaal eran sólo ganas de congraciarse con Gaspart, pero aquellas declaraciones del presidente del Barcelona tendrían que haber servido por sí solas para inhabilitarle de por vida para cualquier cargo deportivo.
 
Luego Gaspart dijo que no recurriría a la justicia ordinaria, pero el 4 de abril de este año presentó un recurso en un juzgado de Madrid. Y Joan Laporta, quien prometió en junio que retiraría dicho recurso, no ha movido un dedo. Aunque en el caso del actual presidente es comprensible –que no justificable–, puesto que no quiere ver cómo clausuran el Camp Nou bajo su mandato. Y en esas estamos... Un año después de que se produjeran todos aquellos incidentes (y dos semanas antes de que el Real Madrid vuelva al estadio azulgrana para disputar un nuevo partido de Liga) el Barcelona sigue sin cumplir la sanción de dos partidos de cierre del Camp Nou impuesta el 25 de marzo por el Comité Español de Disciplina.
 
El mensaje que se les lanza a todos los tarados del mundo es bien claro: lanzar botellas de cristal, pelotas de golf e incluso cabezas de cochinillo sale gratis en el campo del Barcelona. No así en Castalia. Tampoco en el Sánchez Pizjuán. Ni en El Madrigal. Pero es que incluso la FIFA mira hacia otro lado. En 1996, durante el transcurso de un Deportivo de La Coruña-Rayo Vallecano, el árbitro Llonch Andreu recibió el impacto de una moneda. Riazor fue clausurado y Lendoiro recurrió por la vía penal. ¿Qué hizo la FIFA?... Inhabilitó dieciocho meses al presidente deportivista. Ojalá no ocurra nada el próximo 6 de diciembre. Esperemos que, al final, la cuenta de ese cochinillo no sea tan larga como las de "El Bulli" de Adriá. Ojalá.

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