Mientras los expertos de la ESA y de la NASA se preguntan dónde estará el robot marciano conocido como "Beagle 2", nosotros, aquí en España, seguimos cuestionándonos lo mismo: ¿Por dónde andará Angel María Villar? El caso es que el otro día el presidente de la Federación Española de Fútbol se mostraba satisfechísimo en "El Tirachinas" de la Cadena Cope porque Joan Laporta hubiera renunciado a continuar el proceso del cierre del Camp Nou en los tribunales de justicia ordinaria. O no se entera o no quiere enterarse. Lo que ha hecho el Fútbol Club Barcelona ha sido congelar el proceso, toreando a la denominada justicia deportiva, hasta que le ha venido bien. Laporta –que como Gaspart prometió no seguir con el caso– lo ha frenado cuando su junta consideró que habían pasado los partidos comprometidos, agarrándose ahora a una nueva normativa aprobada el 18 de julio y según la cual no habría cierre, sino simple sanción económica. ¿Y de eso se muestra tan alegre Villar? ¿Sacamos ya el champagne?
Laporta está haciendo frente a los violentos que le pintarrajean la puerta de su casa con amenazas de muerte. En ese asunto sí razona como el líder de aquel "Elefante Azul" que exigía un cambio radical en el comportamiento del club. Sin embargo, cambia cuando se trata de los vandálicos acontecimientos sucedidos hace ya más de un año con motivo del Barcelona-Real Madrid. Su razonamiento jurídico a la hora de pedir que no se clausure el estadio es sencillamente prodigioso. Dice que, puesto que después se jugó otro partido contra el Madrid y no se produjeron incidentes, está claro que la afición barcelonista ha demostrado que sabe comportarse y que aprendió la lección. O lo que es lo mismo: Laporta, juez y parte.