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Tenderete de consultas

Abro mi tenderete para contestar a las mil y una consultas que me hacen los amables corresponsales sobre cuestiones del idioma español o castellano. Insisto en que contesto como usuario de esa lengua, incluso como usuario profesional, pero no como gramático, pues no lo soy.
 
Ignacio Carrera quiere saber si se debe decir “debajo de mí” o “debajo mío”. Es evidente que lo correcto es “debajo de mí”, “detrás de mí”, “enfrente de mí”, etc. Lo malo es que se oye mucho la otra opción, realmente malsonante. Como también dicen muchos “el día después” y no “el día siguiente”. Está feo sustantivar los adverbios hasta ese punto. Por lo mismo suena fatal lo de “un antes y un después”. Manuel Maese me hace la misma consulta sobre el “delante de mí”. En esos casos, lo mejor es aplicar el oído.
 
Martín (sin más) tiene curiosidad por el topónimo Fontenebro, donde yo vivo. No se refiere a la fuente del Ebro sino a la fuente del enebro. Es el árbol que sale solo en esta urbanización. Es un topónimo que se repite muchas veces en otros lugares de España donde haya una fuente o mina y enebros.
 
Severino Arranz Martín me da una buena razón para que elite sea palabra grave y no esdrújula. Según él, viene del latín electus (= elegido). Agradezco la información, pero no es lo que dicen los diccionarios. En todo caso, de electus viene eleto, que en español antiguo significaba algo así como pasmado. Pero es palabra muerta y no hay por qué desenterrarla. En cambio, elite es voz que se emplea en todos los idiomas de comunicación. Procede directamente del francés. En ningún caso se pronuncia esdrújula (élite), aunque los finolis así la emiten en español.
 
Marina Méndez, (Argentina) me plantea cuál es la mejor respuesta a la pregunta “¿qué hora es?” ¿Qué es mejor “son las dos” o “es las dos”? Me suena mucho mejor “son las dos” y “es la una”. La pregunta está bien como está. Hay algunos relamidos que preguntan “¿qué horas son?”. No me convence.
 
Federico Gil García (Villaviciosa de Odón, Madrid) se pregunta por qué se utiliza el verbo criticar de manera despectiva. Muy sencillo, porque molesta el uso del intelecto, el que se hace cuando se critica, se comenta, se investiga, se estudia, etc. Lo mejor es que el mismo verbo criticar pueda tener los dos sentidos, el ponderativo (Crítica de la razón pura) y el despectivo (“te critico tus malos modos”). La polisemia es la sal del idioma. En latín el criticus era el censor o examinador que hacía un juicio público. La crítica está emparentada con criba, censura, criterio y crimen. Todo viene de un verbo griego que significa “separar” (crino). A su vez, la raíz sánscrita skrib indicaba lo mismo: cortar, separar, distinguir.
 
Emilio Baby (Israel) me pregunta si existe alguna diferencia entre nerviosismo y nerviosidad, brillo y brillantez. Me figuro que la diferencia está entre el sustantivo y el abstracto. Al castellano se le dan mal los abstractos, aunque Ortega y Gasset inventó alguno muy solemne como “mismidad”.
 
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