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Vaya noticia, resulta que el tripartito está encantado con la SER, El País y El Periódico, que para los medios que no se cuadran ante el nuevo poder tienen algunos planes y que al Avui le quieren salvar la vida con una buena inyección financiera siempre y cuando abandone su querencia convergente. Y todavía hay quien se sorprende. Es decir, que algunos analistas ignoraban que la pica que puso la izquierda en Cataluña pactando con los separatistas radicales cuando no soñaba con llegar a la Moncloa se apoyaba en Prisa y en Zeta; que no sabían del intervencionismo feroz y del gusto por la ingeniería social de socialistas, comunistas y esquerra. Tampoco habían oído nada, claro, sobre la idea de Sellarès, responsable de comunicación de la Generalitat y amigo de Carod, de crear un servicio de inteligencia catalán. En fin, que los tenían por liberales escrupulosamente respetuosos con la pluralidad y la libertad de expresión.
 
A mí lo que me preocupa de verdad es que el informe de marras, que sólo puede haber salido de la Administración porque contiene datos financieros reservados, no diga una palabra de las ediciones catalanas de El Mundo, el ABC y La Razón, entre la prensa de papel. No hay que ser muy agudo para inferir la existencia de otro "informe" y de otras directrices respecto a los que no aparecen. El enemigo. El trato que cabe esperar de la Generalitat quedó clarísimo con el reportaje que emitió TV3 en "30 Minuts" al poco de llegar los nuevos al poder. Fue la abierta demonización, la estigmatización, el señalamiento más repugnante de los tres diarios citados y, sobre todo, de la COPE y de Libertad Digital. El hilván del programa era la voz y la imagen de nuestro editor, sacada de la web de la COPE.
 
A La Vanguardia, por quien todos se preocupan estos días, la ven como una oveja descarriada que hay que conducir al redil mediante el juego de las suscripciones. Pero nadie repara en los que no cita el informe, que somos capítulo aparte porque no pueden ni soñar con domeñarnos.
 
Con Zapatero inesperadamente en la presidencia del gobierno, la lógica del poder acabará tarde o temprano con el tripartito arrojando a ERC en brazos de CiU. ¿Por qué? Porque la nueva financiación autonómica, con la que armaron tanto ruido en la campaña catalana, chocará –ya está chocando- con los barones socialistas y con el hesitante Sevilla. Porque no habrá reforma constitucional en la que quepa la quiebra institucional de España que buscan los diferentes proyectos de nuevo Estatuto de Autonomía.
 
Sellarès caerá seguramente por el informe sobre los medios, pero su salida estaba cantada desde que se enfrentó a Ernest Maragall. Que dejen de buscar enemigos. No los necesitan.

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