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De La Martona al monasterio de Falperra

Desde la mítica Martona en el Mundial de Argentina´78, la selección española no ha tenido nunca una concentración tranquila. Lo del pobre José Emilio Santamaría fue un auténtico sin vivir, una agonía, un sufrimiento, y a Luis Suárez -que, por su tremendo prestigio como futbolista, tendría que haber sido el seleccionador ideal- se le "escapaban" los jugadores (cuentan que Míchel y Roberto, concretamente) para confeccionar entre ellos la alineación titular del día siguiente. Con Javier Clemente al mando se vivió un clima de caos generalizado, con enfrentamientos, incluso físicos, entre él y los "críticos". Y a José Antonio Camacho también acabo yéndosele un poco la "olla". Sólo con el fallecido Miguel Muñoz, de quien Pablo Porta corrió la voz de que tenía una flor en el culo, España gozó de cierta tranquilidad y estabilidad: y digo "cierta tranquilidad" porque a él, que yo recuerde, también le estalló (o quién sabe si le estallaron) el "caso Gordillo". Con Clemente, debido en gran medida a su actitud prepotente, las ruedas de prensa acabaron convirtiéndose en juicios sumarísimos, con la prensa dispuesta a triturarle.

Y, sin embargo, no tendría por qué ser así. La selección española de fútbol es una selección de nivel medio a la que tampoco nadie se atreve a exigirla demasiado, no vaya a ser que se rompa a medio camino. Era la personalidad de los seleccionadores -algunos prepotentes y otros auténticos visionarios de esto del fútbol- la que acababa por enturbiar el ambiente de la concentración. Teníamos un "equipo de perfil bajo" con entrenadores de "perfil excesivamente alto", una auténtica incongruencia que, al final, acababa pasándonos factura a todos. La presión se la echaban falsamente encima los seleccionadores para quitarles la presión a sus jugadores; pero... ¿a qué presión se referirían?... Presión, presión, la que siempre han tenido Brasil o Argentina, y que ahora tendrán en esta Eurocopa equipos como Francia, Italia, Alemania o Inglaterra. Cuando Albelda dice que "ya es hora de que España" haga algo grande, nosotros pensamos inmediatamente en que España pase la eliminatoria de cuartos de final. Eso sí que sería hacer algo realmente grande, grandísimo, algo increíble.

Hasta la fecha, Iñaki Sáez está llevando esto como una auténtica balsa de aceite. Sólo tuvo que saltar por encima de la "trampa para elefantes" que le tendieron a propósito de su renovación hasta el Mundial de Alemania 2006. Sáez tuvo el olfato suficiente como para dejar caer que sólo seguiría en el cargo -renovación incluida- si España salía de Portugal con los "deberes hechos", como suele decir Javier Irureta. El sábado empezará otra batalla bien distinta porque todo dependerá del resultado contra Rusia; pero, por hora, parece que la selección ha conseguido acabar con la maldición de La Martona. Recemos para que todo siga así en el antiguo monasterio de Falperra.

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