Las elecciones federales tienen lugar, en Estados Unidos, en el día siguiente al primer lunes de noviembre. Esto se debe a que a primeros de noviembre la cosecha ya había tenido lugar y el tiempo aún era lo suficientemente bueno para viajar al lugar de votación. Hacerlo en martes permitía comenzar los viajes más largos el lunes, pues el domingo era el día dedicado al señor y muchos no podrían emprender la marcha. En un país con más de dos siglos de democracia, construida de abajo a arriba, las costumbres y tradiciones tienen un peso del que carecen en naciones como España.
La responsabilidad de organizar las votaciones y enviar los resultados correctos la poseen los condados. Tras los problemas en Florida, muchos de ellos se han apuntado al voto electrónico, principalmente a través de máquinas con pantalla táctil. Desgraciadamente, estos sistemas son mucho más sensibles al error y al fraude que las viejas máquinas de perforación de las tarjetas de voto, cuya respetable ancianidad tantas risas produjo en la vieja europa. Si alguien logra reventar sus sistemas de seguridad, no habría forma de detectar la infiltración, pues no hay resguardos en papel. Además, en condados donde se ha empezado a votar antes del día señalado, han empezado los problemas por cuelgues y averías que pueden provocar un verdadero caos si se producen el martes.
Parece que se esté formando una corriente de opinión que piense que el voto electrónico es el futuro y que, por tanto, para ser modernos, hay que implantarlo cuanto antes. En España, todos los partidos apoyaron la intención del presidente de ponerlo en marcha para el referendum de la Constitución Europea. Sin embargo, el sistema no aporta más ventaja que la rapidez del recuento pero, ¿de qué sirve si una legión de abogados de ambos partidos está dispuesta a impugnar los resultados, con la sola condición de que sean desfavorables a su cliente?
Salvo sorpresa de última ahora, lo que apuntan los sondeos es que las elecciones serán reñidas. Y por el número de abogados contratados por ambos partidos, parece como si todo el país fuera a convertirse en Florida desde el martes. Gore rompió la vieja tradición de las elecciones presidenciales de no denunciar fraude aunque se tuvieran pruebas de ello, para no poner en riesgo la credibilidad del sistema; Nixon dejó así la presidencia en manos de Kennedy. Parece que la caja de Pandora se abrió entonces para siempre.