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Víctor Llano

Ganaremos el domingo

Me lo dijo un babalawo de Santiago de Cuba, ganaremos a los del Museo del Crimen y quedaremos segundos. De lo de la Peineta ya hablaremos

Por una vez y con su venia no les voy a hablar de miserias y de sufrimientos, hoy quiero informarles de dos confidencias que me ha hecho un babalawo de Santiago de Cuba. Según el sacerdote yoruba, le ganaremos al Madrid los dos partidos que jugaremos contra ellos en la Liga. El domingo les ganaremos en el Calderón y en la segunda vuelta en el Bernabéu.
 
En uno de los dos encuentros venceremos por goleada. Lo que no me pudo decir el babalawo es en cuál de los dos. Yo creo que será en el que juguemos en el Museo del Crimen. El yoruba no lo sabe, pero en el Bernabéu se ha expulsado a un mudo por protestar, se ha pitado el final de varios partidos cuando los delanteros rivales estaban a punto de marcar y eliminar al Madrid, y se han inventado penaltis cometidos en el centro del campo. Tal vez por eso son tan ricos y Gallardón no se atreve a sugerirles que jueguen en La Peineta. Florentino Pérez se burlaría de su amigo el alcalde en caso de que se lo insinuase; sin embargo, a nosotros nos quiere mandar al fin del mundo para promocionar Madrid 2012. Más promoción le ofrecerían los galácticos, pero ya les digo, con ellos no se atreve el edil madrileño.
 
Cuando me advirtieron de que querían comprarnos el Calderón para que aceptáramos jugar lejos de cualquier parte, aseguré que me borraría de socio. Pero mentía. Estoy convencido de que no sería capaz de romper el carné. Iré a La Peineta si por fin jugamos allí. No lo podré evitar. Y es que puedo cambiar de mujer, de religión, de ideología, puedo, incluso, llegar a no aburrirme escuchando a Zapatero durante dos minutos y, tal vez, medio dormido reconocer un logro de la Robolución castrista; pero en ningún caso podré dejar de ser del Atlético de Madrid. A pesar de los Cabeza, de los Gil, de la humedad del Calderón, del casi eterno fracaso, nunca pude dejar de alegrarme y de sufrir por el Aleti.    
 
Es, sin duda, un sentimiento irracional. ¿Qué pasión pura no lo es? Jamás me olvidaré de cómo Leivinha le robó la cartera a Iribar, de la falta que tiró Luis en la única final de Copa de Europa que jugamos y perdimos 48 horas después, de las carreras de Ayala, de los sombreros de Pereira en el área pequeña, de cuando entrevisté a Gárate –un caballero, oigan, un caballero– o de muchas de las tardes que muerto de frío pasé en el Calderón.
 
Poco después de llegar a España intentaron confundirme y que me hiciera madridista, pero, por fortuna, no lo lograron. Soy del Aleti desde una tarde de 1971 en la que empatamos con el Barcelona en casa y le regalamos la Liga al Valencia que jugaba en Sarriá. Aquella tarde descubrí la luz que me acompaña desde entonces. Por eso me alegré mucho cuando el babalawo me susurró su segunda confidencia. Según su profecía este año quedamos segundos. Ya es un poco tarde para alcanzar al Barça, pero el danés Gronkjaer resultará un gran fichaje, Ibagaza recuperará la forma y, si al Niño no le rompen el alma, crecerá y mantendrá la velocidad que ha demostrado hasta hora. Además, no lo olviden, contamos con la mejor pareja de centrales de Europa que por una vez coincide con un gran portero.
 
Acepto apuestas. Dos o tres cañas en una de las muchas tabernas de mi barrio. Ya lo saben. Me lo dijo un babalawo de Santiago de Cuba, ganaremos a los del Museo del Crimen y quedaremos segundos. De lo de laPeineta ya hablaremos. Aún no está todo el pescado vendido. Al menos la próxima temporada jugaremos en el Calderón. Lejos de romper el carné, voy a hacer socio a mi hijo. Y es que soy delAleti.    

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