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Juan Carlos Girauta

Vergüenza

Al socialismo español le cupo la ignominia de reavivar el fuego maldito desde ascuas casi extintas para encubrir la merienda de negros de su robo masivo y de sus crímenes de estado

Así que ya estamos otra vez. Y nosotros que creímos que todo aquello se había terminado para siempre, que había sido el último pecado de nuestros abuelos. Pero han vuelto a la vida los abuelos de la mano de un maniquí de cartón piedra para exponer razones que ya nadie comprende.
 
La verdad es que todos acabaron creyendo que se había cerrado el libro de Caín. Los que volvieron a España a final de los setenta, los que vieron a Pasionaria presidir el Congreso, los que lo presidieron, los que llevaban tanto tiempo olvidando que lo recordaban todo minuciosamente. Nadie ha retratado los errores de los perdedores mejor que ellos mismos en el exilio o en el regreso. Sus memorias. Creyeron que por fin se imponía el abrazo, que era el tiempo prometido para ser sinceros. Y lo fue. Y todo era posible. Al socialismo español le cupo la ignominia de reavivar el fuego maldito desde ascuas casi extintas para encubrir la merienda de negros de su robo masivo y de sus crímenes de estado. Y luego está el atavismo de la aldea.
 
¿Qué podemos hacer? No abandonar el camino, temer sus márgenes, presentir en la duda los cadáveres tibios. Desconocer las plazas, escapar de sus gentes, de su incesto furioso, de sus juegos procaces. Ellos no se avergüenzan de la abominación, encalan las paredes, a veces asesinan. Asesinan y encalan como niños posesos. Ellos no tienen culpa, escribirán de nuevo los peores, los de siempre, encaramados a sus cátedras ineptas: es el día fulgente el que los lanzan. Siempre estáEl Extranjerode Camus para recordar la terrible verdad de la mentira o el infierno amueblado del relativismo. Cuando ya nada importa, se acepta fácilmente que es el día fulgente el que los lanza, que es la blancura hiriente de los muros. Que es la aldea, que es la cal o la muerte condensada que practican los pueblos cenicientos. Pero eso sólo es cierto si todo está ya escrito, si no somos libres. Pero nada está escrito y somos libres. Y cada cual habrá de responder.

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