Menú

En torno al terrorismo y otros desastres

Luis Argüello señala que, en diferentes medios, se ha hablado de que las campanas “repicarán” el 11 de Marzo en homenaje a las personas muertas en el atentado terrorista de Madrid. Don Luis sostiene, con toda la razón, que repicar alude al sonido alegre o festivo de las campanas, mientras que doblar es el toque de difuntos. Añado que el doble a muerto se ejecuta mejor con una sola campana y una cadencia lenta. La obra de Hemingway se titula propiamente Por quién dobla la campana (For whom the bell tolls) y no “Por quién doblan las campanas” como se ha traducido al español. Menos mal que no le hicieron decir a don Ernesto “Por quién repican las campanas”. Lo más triste es que la representante de las víctimas del 11 de marzo dice que aborrece el “estruendo” de las campanas y que “desgraciadamente” vive al lado de una iglesia. Ya es sarcasmo para el resto de las víctimas del atentado.
 
Antonio Almarza critica al alcalde de Madrid por referirse a las “víctimas humanas” al hablar del reciente incendio de un rascacielos. A don Antonio le parece un innecesario pleonasmo. Pregunta irónico “¿Acaso puede hablarse de víctimas animales?”. Pues sí, señor; se puede. La primera acepción de víctima es “persona o animal sacrificado o destinado al sacrificio”. Por extensión, víctima es “persona que padece daño por culpa ajena o por causa fortuita”. En esa segunda acepción ─la más corriente hoy, cuando ya no hay sacrificios cruentos─ bien podríamos añadir también lo de “animal”. Bastaría lo de “animal doméstico”. Lo que está claro es que no hace falta que la víctima sea “mortal”; basta con que reciba algún daño, físico, moral o económico. Incluso se entiende hoy que víctimas son también los parientes de las personas que han recibido algún daño por culpa ajena o por causa fortuita. Así, se habla con toda propiedad de “víctimas del terrorismo”. Ese sentido no lo recoge el DRAE. Lo curioso es que, existiendo una Asociación de Víctimas del Terrorismo, el Gobierno haya creado otra, amaestrada.
 
Ángel Martín Álvarez critica que en LD llamemos algunas veces “verdugos” a los terroristas, en vez de “asesinos”. Tiene razón. Los verdugos son funcionarios que administran la pena de muerte cuando es legal. De mí sé decir que pocas veces he empleado ese término para denominar a los terroristas, que más bien son asesinos, criminales, bandidos, facinerosos. Desde luego, tampoco cabe calificar a los terroristas vascos de etarras y mucho menos de violentos. Esos son términos edulcorantes. Si se apela, a veces, a lo de verdugos es para contraponerlos a las víctimas de sus crímenes.
 
Una y otra vez andamos a vueltas con los barbarismos. Ahora es Juan Luis (Madrid) quien se encorajina por el uso que hacemos en castellano de algunos vasquismos, como zulo o kale borroka . Hombre, si en inglés dicen rodeo , guerrilla o desesperado , tomadas esas voces de nuestro aguerrido español─ no veo por qué vamos a despreciar la aportación del vascuence. Después de todo, en España el terrorismo es casi siempre vascongado. Lo lógico es que tomemos prestadas esas palabras tan gráficas como zulo o kale borroka . Otra cosa es esa nueva moda de que los policías vayan con pasamontañas. Don Juan Luis quiere saber de dónde viene tal práctica. Es una burda imitación de los usos que han difundido los terroristas vascos (repito: mal llamados etarras o violentos ). Remito sobre el particular a los libros de un buen especialista sobre la cuestión: Fernando Reinares (Universidad Rey Juan Carlos).

En Sociedad

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Curso
    • Inversión
    • Securitas
    • Buena Vida
    • Reloj Durcal