Menú
José Vilas Nogueira

El toro, el burro y la cebra

Lo que no me figuraba yo, ni creo que nadie podía imaginar, es que el toro de Osborne es franquista. Esto es lo que han dicho los de ERC. Sin duda el General Franco estaba pluriempleado y figuraba en la nómina de los publicitarios de Osborne

La Europa mitológica fue seducida por Zeus, bajo la forma de un hermoso toro. El toro es animal totémico mediterráneo. Los de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) son mediterráneos, pero no gustan de los toros. Parece ser que el símbolo animal que prefieren es el burro. Absolutamente ignorante en la cuestión, no voy a discutir la real o supuesta mayor catalanidad del asno respecto del toro. Pero, en su manía antitaurina, los separatistas catalanes la han emprendido contra el “toro de Osborne”, que según ellos es franquista. Como todo el mundo sabe, Osborne no es Guisando ni ningún otro topónimo. Es una compañía de licores que encargó como reclamo publicitario el diseño de la silueta de un toro negro. De lo que resulta que Osborne tampoco es Zeus, pues éste raptó a Europa bajo la apariencia de un toro blanco.
 
El diseño del toro de Osborne tuvo mucho éxito, tanto entre los entendidos en el arte publicitario como entre el público en general. Como reflejo de lo primero, figura en alguno de los más importantes museos de diseño del mundo. Como reflejo de lo segundo, ha ocupado el centro de la bandera española, en versión festiva y popular que se ha generalizado entre el público asistente a eventos deportivos y similares. Podría lamentarse el escaso respeto hacia la enseña nacional que tal deriva manifiesta, pero ya estamos acostumbrados a que aquí las únicas banderas que se toman en serio son las de las nacionalidades y regiones. Se figuran el escándalo que supondría que alguien estampase un burro en la señera catalana, o una anchoa o una vaca (no sé cuál es el animal totémico vasco) en la ikurriña. Lo que no me figuraba yo, ni creo que nadie podía imaginar, es que el toro de Osborne es franquista. Esto es lo que han dicho los de ERC. Sin duda el General Franco estaba pluriempleado y figuraba en la nómina de los publicitarios de Osborne. ¿Será suyo el diseño o sólo la idea? Habrá que esperar nuevas revelaciones. Algo debe de haber, pues el toro no ha dicho ni mu. Consiguientemente, nuestros iconoclastas gobernantes no tardarán en arrumbar al toro, si es que queda alguno, con las estatuas de Franco, José Antonio Primo de Rivera y demás preseas valerosamente conquistadas.
 
Pero la limpieza de las reliquias franquistas no debe pararse en las imágenes. También las fiestas deben ser expurgadas. En primer lugar, la del llamado día de la Hispanidad, la del 12 de octubre. Los de ERC han descubierto que también esta fiesta es franquista. Habrá que suprimirla, mejor dicho, habrá que sustituirla, pues suprimir una fiesta resulta muy poco popular. Los separatistas catalanes han propuesto el día 9 de mayo, que es el día de Europa. Algún ingenuo puede sorprenderse por este fervor europeísta, habida cuenta de que este partido propugnó el no en el referéndum de ratificación de la “Constitución Europea”. Pero, no hay motivo para la sorpresa. Estos caballeros sólo son europeístas por defecto. Su estrategia es “cuánto más Europa, menos España”.
 
Sabíamos lo que era España. Más difícil es saber qué es y qué va a ser Europa. Porque, se me antoja, el proceso de construcción de la Unión Europea está en un momento particularmente delicado. El énfasis en el progreso de instituciones políticas comunitarias se ve acompañado por amenazadoras quiebras en la consolidación de las instituciones y políticas económicas comunes. Europa parece, cada vez más, un gigante con pies de barro. En lo que afecta al plano político, las expectativas de no ratificación del Tratado de la Constitución europea por alguno de los países firmantes parecen cada vez mayores. El proceso presenta un notable déficit de legitimidad, al no haberse acertado a implicar en él a las opiniones públicas nacionales. En lo que afecta al plano económico, la revisión a la baja del Pacto de Estabilidad no sólo abre un horizonte de incertidumbre para las instituciones y las políticas económicas de la Unión, sino lo que es peor, aparece como una concesión obligada al eje franco-alemán, potenciando la imagen de hegemonía de estos dos países, en perjuicio de los demás, especialmente de los más pequeños y menos desarrollados. El problema se complica con los presentes desacuerdos respecto del proyecto de directiva Bolkestein, que están revelando sustanciales contraposiciones de intereses entre los países miembros.
 
En mi percepción, la causa última de estos problemas está en el desaforado ritmo de expansión que se ha impuesto la Unión. Las sucesivas ampliaciones se han producido, y se producen cada vez más, sin conceder el tiempo preciso a la integración de los nuevos países. Aun no se ha consumado la ampliación a un conjunto de nuevos países cuando ya se inician negociaciones para futuras adhesiones. Y todo ello sin que se esboce siquiera un límite a este proceso de ampliación. Es el espejo que huye, en imagen de Papini. Ya se habla de candidaturas de países geográfica y culturalmente ajenos a cualquier acepción histórica de Europa. No parece sino que estemos edificando una alternativa a la ONU. Si es así, tendremos que traernos a Kofi Annan. Ni el toro, ni el burro, la cebra.

En España

    0
    comentarios