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Víctor Gago

El gran apagón

No hay forma de avanzar, porque el eco y la capacidad de amedrentamiento de la ideología tercermundista es tal, que ningún gobernante ni empresa están dispuestos a aceptar el desafío

Red Eléctrica define como “precario” el sistema insular. El gestor y operador de la red considera que hay un riesgo latente de apagones. Las plantas de generación y las líneas de alta tensión no dan abasto para la demanda de electricidad. Ésta ha crecido en Canarias un 50 por ciento en los últimos diez años, coincidiendo con un periodo de intensa creación de riqueza, en el que la renta per cápita del Archipiélago ha pasado de representar el 68 por ciento al 79 por ciento de la media europea. En 2004, la demanda de electricidad aumentó un 7,1 por ciento en Canarias, mientras el incremento medio fue de un 4 por ciento en el conjunto de España.
 
El sobre coste del sistema eléctrico canario –aislado, lejano y sin alternativas al petróleo y derivados– no ha impedido que Endesa, operador único hasta abril de 2003, haya invertido en las Islas hasta alcanzar los 2.087 megavatios de potencia instalada actualmente. La compañía ha destinado 650 millones de euros al despliegue de potencia, hasta 2008. El primer ciclo combinado para fuel y gas natural, con 210 megavatios, entró en funcionamiento en Gran Canaria a principios de abril. Le seguirán una instalación similar en Tenerife, así como grupos convencionales de menor potencia en Lanzarote, Fuerteventura, La Palma y El Hierro.
 
¿Dónde radica, entonces, la precariedad de la que alerta Luis Atienza, presidente de REE? No se trata de que faltan soluciones para desarrollar el sistema eléctrico o recursos con que financiarlas. Es una precariedad mucho más grave. Su naturaleza es política y cultural, no tecnológica.
 
El 23 de noviembre de 2002, más de cien mil personas se manifestaron, en Tenerife, en contra de un tendido de alta tensión que Endesa se proponía llevar al sur de la isla. La explosión de la demanda en la zona, debida al desarrollo de la construcción y de los servicios turísticos, llevó a la compañía –obligada por la Administración a unas garantías de suministro– a trazar una línea de alta tensión que, para resultar económicamente viable, tenía que atravesar parte de un espacio forestal protegido. El sur de Tenerife es un bastión municipal del PSOE donde destacados magnates, entre ellos el dueño del grupo Prisa, concentran sus intereses en la industria turística. Los alcaldes de la zona y los grupos ecologistas convocaron a los manifestantes con lemas como “Endesa, industria terrorista”. Políticos de Coalición Canaria como Paulino Rivero y Adán Martín intentaron sumarse a la manifestación y tuvieron que desistir, escoltados por la policía. Lo más gracioso de todo es que fue el Gobierno de CC, del que formaba parte Adán Martín, y que hoy preside, el que autorizó el trazado de la línea de alta tensión. Los radicales carecen de cerebro, pero no son tontos.
 
El resultado de la algarada es que el Gobierno nacionalista, en vez de defender la necesidad del tendido eléctrico y la racionalidad de su trazado, retiró a Endesa la concesión del transporte de electricidad y se la otorgó a Red Eléctrica Española, que asumió la conveniencia política de partir de cero. Los apagones en el sur de Tenerife no tardaron en llegar, provocando pérdidas por cientos de millones y propagando una reputación de subdesarrollo.
 
La situación se reproduce, ahora, con la oposición a los sondeos petrolíferos en aguas de Canarias y la resistencia de alcaldes, medios de comunicación y ecologistas al desarrollo de las infraestructuras de almacenamiento y distribución de gas natural en las Islas. No hay forma de avanzar, porque el eco y la capacidad de amedrentamiento de la ideología tercermundista es tal, que ningún gobernante ni empresa están dispuestos a aceptar el desafío. Ésa es la profunda “precariedad del sistema” a la que tanto teme, aunque no la mencione, el presidente de REE. Un apagón de la razón generalizado.

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