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Borrón y cuenta nueva

La crisis del PS no sólo sigue abierta, sino que se ha agravado. Mantengo lo dicho: la victoria del “no” también es la victoria de lo peor en Francia. Con esos bueyes hay que arar

No sólo no se equivocaron los sondeos, sino que resultaron algo timoratos. En efecto, pocas veces se atrevieron a anunciar resultados tan positivos como los que han salido de las urnas: 55% de “noes”. Los franceses han rechazado definitivamente esa Constitución de aquelarre, y en esta ocasión repito aquello de “Me duele España”... Aún es pronto para comentar los posibles intríngulis que la euroburocracia se va a sacar de la manga para ningunear el “no” francés y proseguir la construcción-destrucción de Europa como si no hubiera pasado nada. En esa dirección apuntan las declaraciones de algunos mamelucos europeos, después de haber afirmado que el “no” sería una catástrofe, el caos, el infierno y el Apocalipsis.
 
Pero lo que más gracia me hizo anoche, durante la inevitable velada mediático electoral, fue ver como la planta mayor del PS, mayoritariamente favorable al “sí”, transforma su rotunda derrota (ya que los electores socialistas votaron mayoritariamente “no”), en rotunda victoria. Esta operación de birlibirloque, aparentemente sencilla, y en todo caso unánime, consistió en afirmar que el “no” expresaba el profundo rechazo de los franceses a Chirac, a su gobierno y a su “política liberal”, y ellos, encabezando por antonomasia el descontento popular, habían logrado una magnífica victoria.
 
Desapareció mágicamente el argumento esencial de su campaña: no hay que confundir el culo con las temporas, el “sí” a la Constitución, no es un “sí” a Chirac, todo lo contrario. Sólo aludieron a la campaña para denunciar, contradiciéndose, la traición de ciertos camaradas, quienes desobedeciendo la disciplina de partido y el centralismo democrático de corte comunista, hicieron campaña a favor del “no”. Si tan satisfechos se mostraron con los resultados, deberían felicitar a sus disidentes. Pero si pese a sus ganas, no se atrevieron a tomar medidas “disciplinarias” contra sus indisciplinados camaradas, más difícil lo veo ahora que éstos han ganado. Porque si obedeciendo a las órdenes de su dirección un 60% de los militantes se declararon favorables al “sí”, en la consulta interna, una vez al pie del cañón, con la libertad y responsabilidad de cada elector, fueron 60% quienes votaron “no”. La crisis del PS no sólo sigue abierta, sino que se ha agravado. Mantengo lo dicho: la victoria del “no” también es la victoria de lo peor en Francia. Con esos bueyes hay que arar. Además, no nos mostremos demasiado pesimistas, porque, y es sólo un ejemplo, cuando la extrema izquierda quiso organizar, anoche, una gran fiesta de la victoria del “no” en la Plaza de la Bastilla, no había nadie, apenas trois pelés et un tondu.
 
Para el Presidente Chirac también resultó una tremenda bofetada, a pesar de que intentó reaccionar con el clásico: “Ahí me las den todas”. Su solemne intervención por televisión fue nula, y se limitó a anunciar posibles cambios de gobierno. La de Nicolas Sarkozy, en cambio, fue una declaración de jefe de estado, y aunque ningún político lo subrayó, sólo algún periodista, tenía un contenido reformista, casi, casi, liberal, a contracorriente de lo que proclama su mayoría. Lo único evidente es que dentro de unas horas o unos días, Chirac nombrará un nuevo primer ministro, el cual cambiará algún ministro. Se rumorean sobre todo dos nombres: el del propio Sarkozy y el de Dominique de Villepin. Si Chirac se decide por Villepin, no cambiará nada, aunque éste cambie de guantes. Si se decide por Sarkozy, pese a su mutua antipatía, corren el riesgo de naufragar juntos. Recuerden que Mitterand nombró a Rocard primer ministro para hundirle, y lo logró. Sarkozy no es Rocard, y hasta sería posible que en ese duelo a muerte que se entablará con esa peculiar cohabitación, Sarkozy hunda a Chirac. Veremos.

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