Menú
Alberto Acereda

Donde dije digo, digo Diego

Estas actitudes definen, en fin, la volatilidad y la falta de ideas en la izquierda estadounidense que vive de la negación y en el permanente acoso contra la derecha y contra Bush

Ningún dicho popular español define mejor la práctica habitual de la izquierda política internacional que el que titula esta columna. En esa izquierda incluimos también a la norteamericana, cada vez más reconocible e incompetente. Su última hazaña –apoyada y consentida por los actuales cabecillas del Partido Demócrata– es reinventar la historia, borrar el pasado y hasta negar las declaraciones de sus propios dirigentes. La práctica, conocida en la España socialista, trasciende fronteras y alcanza ya a varios políticos demócratas, para quienes todo vale con tal de expulsar del gobierno a la derecha y, sobre todo, a George Bush.
 
Ante la falta de ideas y proyectos reales del Partido Demócrata y tras su decepción por no lograr encausar judicialmente a la Casa Blanca en pleno, la izquierda norteamericana vuelve a la carga con la Guerra de Irak. En su afán por tergiversar los hechos, reinventar la historia y reescribirla, los demócratas alegan otra vez que Bush mintió y que manipuló los servicios de inteligencia para “invadir” Irak. Al margen de que ellos mismos votaron a favor de ir a esa guerra, basta revisar lo que esos senadores y congresistas demócratas afirmaron sobre la incuestionable existencia de armas de destrucción masiva. Sus palabras delatan la farsa de esas voces que tanto se afanan ahora en culpar a la derecha y al Presidente.
 
Cuando Bush ni siquiera era candidato a la presidencia, los demócratas ya hablaban de las “armas de destrucción masiva”. Bill Clinton (17 de febrero de 1998): “Queremos disminuir seriamente la amenaza que supone el programa de armas de destrucción masiva de Irak”. Del 9 de octubre de 1999 es la carta al Presidente Clinton firmada por catorce senadores demócratas (Levin, Lieberman, Lautenberg, Dodd, Kerrey, Feinstein, Mikulslki, Daschle, Breaux, Johnson, Inouye, Landrieu, Ford y Kerry) exigiéndole que tomara todas las acciones bélicas necesarias contra Sadam Husein “para responder efectivamente a la amenaza que supone la negativa de Irak a terminar sus programas de armas de destrucción masiva”.
 
Con Bush ya en la presidencia, los demócratas siguieron afirmando de forma concluyente la existencia de armas de destrucción masiva. Así, Al Gore (23 de septiembre de 2002): “Sabemos que Sadam ha almacenado materiales nucleares, materiales secretos de armas biológicas y químicas en su país”. Ted Kennedy (27 de septiembre de 2002): “Hemos sabido durante muchos años que Sadam Husein está buscando y desarrollando armas de destrucción masiva”. John F. Kerry (9 de octubre de 2002): “Votaré para darle al Presidente de los EEUU la autoridad de usar la fuerza para desarmar a Sadam Husein porque creo que un arsenal de armas de destrucción masiva en sus manos es una amenaza real y grave para nuestra seguridad”. Russell Feingold (9 de octubre de 2002): “Irak presenta una amenaza genuina, especialmente en forma de armas de destrucción masiva”. Jay Rockefeller (10 de octubre de 2002): “Hay evidencia infalible de que Sadam Husein está trabajando agresivamente para desarrollar armas nucleares y que las tendrá en cinco años. Siempre hemos pasado por alto el avance de Sadam para construir armas de destrucción masiva”.
 
Todas estas opiniones y el voto en el Capitolio a favor de la seguridad nacional y la aprobación de enviar el ejército de EEUU a Irak se realizaron unánimemente y conociendo los mismos datos de inteligencia que tuvo el Presidente. A su vez, esos mismos políticos demócratas –igual que la derecha republicana– supieron que todas las agencias de inteligencia mundiales concordaban en considerar a Sadam Husein un peligro. Tanto y tan claro que hasta la ONU aprobó más de una docena de resoluciones mencionando la posesión y desarrollo en Irak de armas de destrucción masiva. John F. Kerry así lo volvió a reconocer durante su campaña presidencial e incluso afirmó ante su electorado (31 de enero de 2003): “Si no creen que Sadam Husein es una amenaza con armas nucleares, entonces no voten por mí”.
 
Pese a todo esto, en apenas unos años y ante la nulidad de esos demócratas para derrotar a Bush, aquellas declaraciones y aquel voto ahora no interesan ya. Quieren borrar todas y cada una de sus palabras, grabadas y publicadas, su voto unánime a favor de la acción bélica y su reiterada convicción de la existencia de aquellas armas. Se entiende así el pelaje y la credibilidad de estos políticos opuestos a la derecha y a Bush. Podríamos añadir aquí decenas de opiniones similares de otros demócratas: Joe Biden, Chuck Schumer, Madeleine Albright, Nancy Pelosi, Sandy Berger, Hillary Clinton, Robert Byrd, Dick Durbin, Bill Richardson, John Edwards…, precisamente los mismos que hoy siguen tergiversando la realidad y culpando a Bush por la Guerra de Irak, es decir la misma que ellos pidieron y votaron.
 
Estas actitudes definen, en fin, la volatilidad y la falta de ideas en la izquierda estadounidense que vive de la negación y en el permanente acoso contra la derecha y contra Bush. Son los mismos políticos que se presentan a la luz pública como los salvadores de la justicia, la paz, el diálogo y la fraternidad. Los mismos que no explican (porque no les interesa) que ya hubo una Comisión bipartita de Investigación del 11-S en el Senado que no halló jamás una sola evidencia de presiones políticas para alterar los juicios de los expertos de inteligencia en relación con los programas de armas de Irak. Otra cosa es que esas armas no hayan aparecido todavía.
 
Frente a tanta tergiversación, el Día de los Veteranos de Guerra, Bush lanzó un valientediscursopara detallar la situación mundial en la guerra contra el terrorismo. Reconoció que aunque resulta legítimo criticar sus decisiones o el modo en el que va transcurriendo la guerra, es profundamente irresponsable reescribir la historia. Sus palabras se dirigían a esos “demócratas”, cuyas propias declaraciones los delatan y que –olvidando el ilustre y honesto pasado de su propio partido- están jugando en tiempos de guerra con la seguridad mundial.

En Internacional

    0
    comentarios