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Novísima recopilación de trabucamientos

José María Navia-Osorio (corresponsal fijo) adelanta un sistema clasificatorio de los que aquí llamamos trabucamientos o trabucazos, siempre ánimo jocandi. Lo sintetizo e interpreto:

1.Disparates médicos
2.Disparates estudiantiles

3.Gazapos periodísticos: a) erratas tipográficas, b) errores radiofónicos o televisivos, c) errores de concepto (llamar a las cosas con un nombre equivocado).

4.Errores prosódicos por ignorancia o tradición de las hablas locales.
5.Adaptaciones de palabras difíciles o de otros idiomas al habla popular.
6.Tropezones verbales.
7.Pretensiones cultas desgraciadas (por ejemplo, el famoso “giro de 360º”).

Espero que este esquema nos sirva un poco para entender los distintos tipos de trabucamientos.

María del Camino Orda’s López (Pontevedra) me hace una confesión llena de ternura. Resulta que empezó a leer mis artículos porque mi nombre de pila es igual que el de su padre. Así pensó que yo debía de ser una “bellísima persona y una mente brillante” igual que su padre. Naturalmente, en vista de ese estupendo prejuicio, doña Camino comprobó que yo era como su padre. Hasta ahí llega la magia de la onomástica. De paso, doña Camino (ese sí que es un nombre lindo) me asegura que ella también se trabuca algunas veces. Por ejemplo, el otro día soltó lo de “vete a freír gárgaras”. Es evidente el trabucamiento entre “ir a freír espárragos” e “ir a hacer gárgaras”. Las dos expresiones son parecidas; indican algo ridículo o inútil. A doña Camino no le sonó mal su hallazgo imprevisto. A mí, tampoco. Suena a aquel descubrimiento de “ostentóreo” (= ostentoso y estentóreo). Desde luego, se prueba que los trabucamientos pueden ser un buen ejercicio para gozar mejor de la riqueza del idioma.

Manuel Herrera Jerez acompaña algunos trabucamientos oídos en la consulta de su hermano, ginecólogo:

─ “Laburatorio” (= ambulatorio)
─ “efeto” (= feto)
─ “necesaria” (= cesárea)

Isidoro Sánchez Torres cuenta un sucedido de hace años. Era una española que había residido mucho tiempo en Inglaterra como emigrante. Retornada ahora a Lugo, donde veraneaba, preguntó a la señora de la casa si tenían guachimachín (= washing machine, lavadora). Era un artilugio que había descubierto en Inglaterra e ignoraba el nombre en español. Esa historia me recuerda la que yo viví hace muchos más años. Regresaba yo de una larga estadía en Nueva York y California como estudiante. Era el año 1963. El viaje era en barco, mixto de carga y pasaje. Otro de los retornados era un matrimonio de indianos que regresaban por primera vez a España después de 30 años de emigración en Estados Unidos. Habían salido de una aldea gallega y desde entonces no habían vuelto a España. Querían saber muchas cosas de España. Me preguntaron, por ejemplo, si en España había aiscrim (= ice cream, helado) y cómo se decía en español. La verdad es que por entonces el helado en España era un postre o una golosina que solo se consumía en verano. Naturalmente, la pregunta sobre el helado por parte de la pareja de indianos no es propiamente un trabucazo sino un emotivo redescubrimiento de la lengua común de los españoles.

Mª Pilar López Sánchez (Sevilla) me envía una interminable ristra de respuestas de los estudiantes en los exámenes a cual más divertida. Puede que algunas de ellas formen parte de una tradición de chascarrillos que se cuentan sobre el particular. Pero no me resisto a dejar de transcribir algunas de las respuestas más hilarantes:

(Sobre los movimientos del corazón): “De rotación alrededor de sí mismo y de traslación alrededor del cuerpo”.

(Definición de círculo): “Es una línea pegada por los dos extremos formando un redondel”.

(Sobre las etapas más importantes de la evolución del hombre): “Sobre el año 570 se cree [que fue] la primera aparición del hombre. A partir de 570 y hasta 1200 el homo hábilis… Después, hombres normales”.

(Sobre los volcanes): “En Mallorca está el Teide. El agua de mar se solidifica y sale por el cráter”.

─ (Sobre los afluentes del Duero por la derecha): “Son los mismos que por la izquierda”.

José Antonio Sobrado anota una conversación en la tienda de comestibles de su manzana:

“¿Tiene usted leche destetada?” (= desnatada).

─ “Todas, caballero”.

Octavio Ortega aclara que lo de ponypayo (= sudamericano para los gitanos) no es propiamente un trabucamiento. Es un deliberado neologismo, doblemente despectivo, para describir a un payo (= no gitano) de corta estatura como suelen ser algunos hispanoamericanos.

Ricardo García Post recogió hace tiempo la siguiente expresión técnica:

“Cuando emprincipia (= comienza) a trafulgar” (= centrifugar).

Debe reconocerse que, en ese como en otros muchos casos, el trabucamiento supone una mejora expresiva. Dicho sea para escándalo de los libertarios puristas y purificadores.

Una variante de los trabucamientos es la traducción humorística de expresiones extranjeras. Así, José Antonio Rodríguez cuenta que los españoles que viajan por Alemania piden así la carta al camarero: Joroba, Espasa Calpe. Al parecer, les entienden perfectamente, como si hubieran dicho Herr Ober Speisekarte.

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