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Víctor Llano

Subvencionados y castristas

Para vergüenza de todos, son legión los titiriteros españoles que admiran al Carnicero de Birán tanto como odian la libertad y la verdad.

Si Fidel Castro se pudiera ocupar de algo que no fueran las cuentas del rosario que bajó de Sierra Maestra y que ahora abraza con intención de olvidar sus crímenes, nadie hubiera disfrutado más que él viendo a muchos de sus amigos españoles manifestarse este sábado por las calles de Madrid. Por citar sólo un ejemplo, ahí tienen el de la escritora que leyó el manifiesto con el que finalizó una manifestación en la que la bandera que más y mejor se distinguió fue la que robaron los carceleros castristas.

Entre los que acompañaron a Almudena Grandes se encontraba Pedro Zerolo. Que nos conste, jamás el concejal socialista madrileño se manifestó en contra de la tiranía cubana. Por fortuna, Zerolo no vivía en Cuba cuando Castro encarceló y torturó a miles de homosexuales.

Antes los confinaba, ahora se conforma con burlarse y despreciar a los que califica públicamente de "mariposones". Es lo que tienen los castristas. Que además de asesinos, presumen de machos y no dudan en humillar a los que consideran depravados enfermos sexuales. Lo que no impide que sean muchos los amiguitos españoles que justifican sus crímenes y que jamás preguntan por los etarras que disfrutan de la hospitalidad robolucionaria.

Probablemente, no tardará en morir el máximo líder de los multimillonarios. Lástima que con él no desaparezca la patraña progre y desalmada que justifica su apartheid. Para vergüenza de todos, son legión los titiriteros españoles que admiran al Carnicero de Birán tanto como odian la libertad y la verdad. Jamás preguntarán por la masacre de Madrid ni por los crímenes de la tiranía castrista. Todo antes que perder una subvención y de correr el riesgo de no volver a leer su nombre en el diario El País.

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