A propósito de la eliminación de las mimosas como planta foránea, un libertario de Ribadavia (la capital de la comarca orensana del Ribeiro) me proporciona un dato precioso. Resulta que es una planta que, después de un incendio, es la primera en retoñar. Las mimosas fueron plantadas [en el Ribeiro] hace cien años para aprovechar su tallo como guía para las cepas. Añado que se debe plantear la campaña de "Salvemos las mimosas". La flor de la mimosa podría ser el símbolo de todos los que se oponen al nacionalismo. Por mi parte certifico que la mimosa retoña airosa después de haberse helado.
José Ángel Vara Costales (Gijón, Asturias) arguye que el suceso del eslogan "Asturias, paraíso natural", aquí comentado, no tiene nada que ver con nacionalismo lingüístico, según yo decía. La versión de don José Ángel es que el eslogan surgió primero en Asturias y luego lo plagiaron en Murcia. Luego –según don José Ángel– el Gobierno de Asturias hace bien en defender su "marca", en la que se ha gastado el dinero de los contribuyentes. Concluye el de Gijón: "Sea como fuere, exceso de celo del gobierno asturiano o uso ilegítimo por parte del de Murcia, lo importante es que no cabe deducir de este sucedido –ni de ningún otro protagonizado por el gobierno de Asturias– nacionalismo, ni lingüístico ni de ningún otro tipo".
Vamos a cuentas. En primer lugar, el hecho del dichoso eslogan a mí me sigue pareciendo una lamentable expresión del nacionalismo lingüístico. Si no se acepta esa calificación (y soy libre de hacerla), entonces se concluirá que se trata de una solemne majadería. El eslogan de "paraíso natural" se habrá asignado mil veces a los más diversos rincones del mundo. No hace falta registrar un lugar común como ese. Por otra parte, no creo que exista un estricto registro de eslóganes turísticos o políticos. Pongamos por caso el eslogan "nunca más". Fue acuñado con éxito por el lobby judío norteamericano en los años sesenta para calificar a la matanza masiva de hebreos por los nazis, lo que se llamó el holocausto. Recientemente el eslogan "nunca más" fue resucitado por la izquierda gallega a propósito del desastre del Prestige (un petrolero que se hundió). Sería una estupidez mayúscula que el lobby judío norteamericano reivindicara la propiedad de ese "eslogan". Decididamente "Asturias es diferente", y espero que no me procesen por aplicar la divisa que se aplicó en su día a España como lugar ideal de vacaciones. Son muchos los países "diferentes" en ese mismo sentido.
Pedro Manuel Peña Pérez (arquitecto) comenta un curioso incidente de la política "normalizadora" del catalán. Las autoridades envían un CD con "música catalana" a los feriantes de las atracciones que se instalan en los pueblos durante las fiestas. El propósito es que sustituyan las tradicionales pachangas de pasodobles, boleros y otras músicas exóticas por la música catalana. Pero los feriantes no hacen caso y siguen con sus tradicionales músicas en español. Don Pedro intuye que el siguiente paso va a ser la colocación de altavoces en toda la extensión de las ferias que emitirán obligatoriamente música catalana.
Francesc Barberó i Escrivà vuelve por sus fueros de un acendrado nacionalismo lingüístico. Selecciono algunas frases de su furibundo ataque: "Se empecinan ustedes [los españoles] en despreciar a su segunda lengua [el catalán], hablado o entendido por diez millones de ciudadanos del estado español y que después de 500 años no saben ni siquiera pronunciar [...] No se preocupe por nuestras políticas lingüísticas; son cosa nuestra. A ustedes los españoles no les incumben. Y, como pueblo más avanzado de la península que somos, verá usted cómo seguro que estamos haciéndolo bien. No nos tomamos la molestia de explicárselo". Santo cielo, qué agresividad. ¿Cómo no nos va a incumbir a los españoles el hecho de la política lingüística de Cataluña? No es "el pueblo más avanzado de la península" el que promueve una política lingüística como la que padecen los catalanes, por lo menos la mitad de ellos. Tengo para mí que la preservación de la lengua catalana interesa a todos los españoles, como parte que es de nuestro patrimonio. Los nacionalistas de todos los partidos lo están dilapidando.
Xabier Botet me dice en mal español: "Es por ello que no puedo considerar su actitud de inepta sinó [sic] de perversa, que no pervertida". Por lo visto la perversión está en que no he entendido que en Cataluña no se multa por rotular un comercio en castellano sino por no rotularlo en catalán, "la lengua propia del país". Yo creía que el castellano o el país era también lengua oficial en Cataluña, por ser (de momento) parte de España. Don Xavier avanza esta atrevida presunción: "Su ideología política le hace participar de este juego perverso que pretende enfrentar a catalanes y castellanos con no sé qué objetivo final y que, por ello, no publicará mi escrito ni hará referencia a él". Ese enunciado es más propio de un mameluco, como puede apreciar cualquier lector libre del complejo de inferioridad como el que atenaza a don Xavier y a tantos de sus correligionarios.
Pilar Marín Rojas, a propósito de la discusión sobre si el nacionalismo se quita viajando, me envía estos versitos:
Dicen que el viajar ilustra,
yo me río y me callo;
por mucho que viaje el burro
nunca llegará a caballo.

