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Juan Carlos Girauta

Importancia de las enmiendas Vidal-Quadras

No me comparen las dos derrotas de Aznar con las de Rajoy: el uno sacó a un partido de la nada para llevarlo por vez primera al poder; el otro sacó a un partido del poder para llevarlo contra todo pronóstico a la nada.

Se discute si la refriega pepera se ha de ventilar en términos estratégico- ideológicos o personales. Como si el inclinarse por los primeros no arrastrara necesariamente los segundos. Las ideas y estrategias tienen padres y madres, no se aplican solas, alguien se llevará el aplauso por su triunfo o asumirá la responsabilidad por su fracaso.

Lo último es habitual cuando un candidato pierde dos elecciones teniendo el triunfo a huevo. Da las gracias, saluda al respetable y se va a su casa. He dicho teniendo el triunfo a huevo, así que no me comparen las dos derrotas de Aznar con las de Rajoy: el uno sacó a un partido de la nada para llevarlo por vez primera al poder; el otro sacó a un partido del poder para llevarlo contra todo pronóstico a la nada.

Aceptado pues que los proyectos llevan siempre un rostro asociado –aunque no falten hoy en el PP precongresual algunos rostros sin proyecto –quien ha puesto negro sobre blanco la primera estrategia alternativa merecedora de tal nombre es el grupo de Vidal-Quadras, Abascal, Delgado, Fraga (Luis), Nasarre y De la Quintana con sus enmiendas a la ponencia política. (Debió constar también el nombre de Luis Herrero, pero el partido lo ha impedido. Que lo cuente él si quiere.)

Su filosofía es una vivificadora defensa de los fundamentos constitucionales, mejorados y reforzados por una muy constitucional propuesta de reforma de la Carta Magna. Pero ojo, la reforma está pensada precisamente para aquellos aspectos de la Constitución "que han sido desarrollados hasta ahora –y muy especialmente durante la pasada legislatura– de manera contraria a la interpretación lógica y sistemática de [sus] principios y orientaciones fundamentales".

Tiene todo el sentido. La Constitución del 78 resulta de un consenso que una gran parte de la clase política española ha decido violentar por las bravas. Frente al imperio de la ley se ha ido imponiendo el imperio de los intereses locales, de partido o de casta; fragmentarios en cualquier caso, y no siempre amparados por la legalidad. Sólo en un escenario de disolución de los significados político-jurídicos fundacionales pueden arraigar y florecer proyectos soberanistas, de autodeterminación, de estados libres asociados o de nuda secesión como los que hoy impulsan PNV y CiU, CC y BNG, ERC y las extensiones de ETA que los socialistas, antes de su última mutación, dejaron colarse en las instituciones.

Ninguno de estos planes tiene cabida en el marco constitucional español; ninguna cuenta con el apoyo de una parte significativa del pueblo español tomado como un todo, que es la única forma en que puede tomarse al sujeto soberano. ¿Qué grado de distorsión de la realidad habrá llegado a sufrir España para que la mayoría de sus medios y casi toda su clase política (incluyendo al "equipo de Rajoy") repute radical, extremosa o "ultra" la defensa de una vuelta al vero sentido de la Norma Suprema?

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