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Carlos Semprún Maura

Guerra y paz

Lo único que queda por ver es si Georgia podrá seguir siendo relativamente independiente. El tono y el lenguaje agresivos de Medvedev ayer en Moscú dan pábulo a todo tipo de dudas al respecto.

No creo que el hecho de que el zar Alejandro I comenzase la anexión de Georgia para el imperio ruso en 1801 explique con pelos y señales la situación actual en la zona. Lo que sí es cierto es que el Cáucaso es, al igual que los Balcanes, una región con fronteras inciertas, de enfrentamientos nacionalistas, de guerras de religión y de disturbios permanentes. No es una fatalidad, sino un hecho. Estos días se verifica que Georgia es el único país de la ex URSS que mantiene el culto a Stalin. Sus gigantescas estatuas siguen presidiendo el tráfico; sus calles y avenidas siguen llamándose José Stalin, no precisamente un nacionalista georgiano, sino todo lo contrario, el fundador del nacionalcomunismo imperial que despreciaba y aplastaba a los nacionalismos "periféricos".

El viaje de Nicolás Sarkozy y de su ministro de Exteriores, Kouchner, a Moscú y Tbilisi en su doble condición de presidente de Francia y de la UE no ha tenido la importancia que le da cierta prensa gala, más chovinista que nunca, aunque sí ha conseguido un alto el fuego, algo es algo. De todas formas, en las circunstancias actuales un alto el fuego tiene poco que ver con un tratado de paz o con la misma paz. Los seis puntos propuestos por Francia y aceptados en principio Medvedev y Saakashvili son lo suficientemente vagos como para resultar confusos y permitir el acuerdo de los contrincantes. El sexto y último punto recomienda una "discusión internacional sobre el futuro estatus de Osetia del Sur y Abjazia, así como de las vías para garantizarles a estas regiones una seguridad sólida".

Eso de la "discusión internacional" abriría de par en par las puertas a futuras catástrofes si la cuestión no la hubiera zanjado militarmente Moscú. Las autoridades rusas y su ejército, que ya estaban presentes en esas regiones "independentistas", pero en realidad pro rusas, se han apoderado totalmente de ellas, por lo visto con el beneplácito de la mayoría de la población, y no será fácil desalojarlas, con o sin "discusiones internacionales". Lo único que queda por ver es si Georgia podrá seguir siendo relativamente independiente. El tono y el lenguaje agresivos de Medvedev ayer en Moscú dan pábulo a todo tipo de dudas al respecto.

Pese a los discursos "humanitarios" de Sarkozy y Kouchner ("por ahora, se trata únicamente de que cesen los combates y se salven vidas"), los medios galos no sólo justifican más o menos explícitamente la agresión militar rusa frente a la provocación georgiana, sino que como siempre aprovechan para atacar a los EE.UU. y mofarse de Bush y Rice. Estos, pese a mantener un discurso firme, no han hecho nada, militarmente hablando, contra Rusia. Cuando Bush envía tropas al extranjero es un criminal de guerra, pero si no lo hace es un cobarde. No hay que exigir coherencia al antiyanquismo franchute. Para mí, que lo único que resulta evidente es que hay que reforzar considerablemente la OTAN y acelerar la instalación de cohetes antimisiles en Europa. Esa sí sería la respuesta más realista a Rusia.

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