Sebastián (ilegible) me pregunta por las normas de empleo de los pronombres personales átonos la, le, lo. En principio, la norma es sencilla:
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complemento |
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| género | directo | indirecto |
| masculino | lo | le |
| femenino | la | le (la) |
| neutro | lo | - |
Eso es una buena teoría. En la práctica en muchas zonas de España (nada menos que en las dos Castillas) se introduce el leísmo, que es sustituir el lo o el la (complemento directo) por el le. Así, lo correcto sería "te lo (la) he puesto sobre la mesa" (referido a una cosa), pero un castellano o un madrileño puede decir con soltura "Te le he puesto sobre la mesa" (referido a esa misma cosa). Esa sustitución es más tolerable si se refiere a una persona y no a una cosa, aunque se tolera menos si se refiere a varias personas. Por ejemplo, un leísmo aceptable es "tu hermano trabaja contigo y le veo muy interesado", aunque sería más correcto "lo veo muy interesado".
Personalmente, el leísmo me resulta simpático (quizá por ser yo castellano de nación y madrileño de destino), pero reconozco que es una variedad dialectal muy minoritaria en el español universal. Mi opinión es que hay que ser tolerantes con esas variaciones leístas, que también pueden ser laístas o loístas. El loísmo (lo en lugar de le en complemento indirecto) está más extendido en América. En resumen, que la norma resulta en la práctica bastante lábil, o si se quiere, confusa. Pero esa es la pena y la gracia de la lengua.
Julio Casanova vuelve sobre la forma femenina y el tamaño: "No siempre el cuchillo es más grande que la cuchilla (como yo decía); verbigracia, la cuchilla de la guillotina, y hasta la del arado (son más grandes que los cuchillos)". Le doy la razón. Cada vez está más claro que no funciona la norma de que la versión masculina significa más tamaño que la femenina. Cierto es que el barco suele ser más grande que la barca, pero en las cubas caben muchos cubos. Es claro también que la rata impresiona y repugna más que el ratón. No es solo una cuestión de tamaño sino de grandiosidad simbólica. Por ejemplo, el manto y la manta, el ramo y la rama.
Julián González Cid (Madrid) comenta que en su pueblo originario (Pipaona de Ocón, L Rioja) se denomina "la estanca" a un charco que recoge las aguas de algunos arroyuelos. Ese título lo ostentan los naturales como si fuera de más entidad que un "estanque". En efecto, entiendo que el estanque suele ser un modesto artificio de un jardín, mientras que la estanca adquiere la dignidad de un elemento del paisaje, lo que en otras partes es una laguna. Bien es verdad que la laguna suele ser de menor tamaño que el lago.
Por si fuera poco, Javier Alvear razona que la "cuchilla del verdugo es mayor que el cuchillo del carnicero, que, a su vez, es más grande que la cuchilla de afeitar". Don Javier entiende que la cuchilla sirve para cortar y cortar mucho, mientras que el cuchillo, compuesto de mango y hoja, corta, pincha e incluso taja. Muy bien visto. Una vez más el tamaño no es lo definitivo para adscribirlo a uno u otro género.
Sergio me señala una "castellanopatía evitable": esta frase escrita por mí: "Son muchos los corresponsales que me hacen llegar la palabra adecuada". Don Sergio dicta que "hacer llegar es perífrasis discutible que se puede sustituir por enviar, mandar, etc. No es incorrecta y ha cuajado en el idioma pero, en mi opinión, es muy inelegante". Puede ser, y trataré de corregirme, pero el habla es algo distinto a la lengua normativa. Puestos a arbitrar elegancias, lo de "es muy inelegante" de don Sergio quedaría mejor como "es poco elegante" o "no es elegante". El "muy" con una palabra negativa casa muy mal; al menos según mi oído, no sé si según la norma gramatical.
Tiene razón don Sergio en lo malsonantes que resultan ciertos alargamientos. Cita varios ejemplos:
| Forma sencilla (correcta) | Forma alargada (poco elegante) |
|---|---|
| Explotar | Explosionar, hacer explosión |
| Enviar | Hacer llegar |
| Matar | Dar muerte |
| Mencionar | Hacer mención |
| Entregar | Hacer entrega |
| Enterrar | Dar sepultura |
| Finalizar | Dar por finalizado |
| Comenzar | Dar comienzo |
| Citar | Dar cita |
| Utilizar | Hacer uso |
| Presionar | Hacer presión |
Es una observación muy fina y atinada que sigue la preciosa regla de la economía de las palabras. No obstante, en algún caso la forma alargada suaviza un poco el discurso, que en español suele ser un tanto brusco. La persona que preside un acto público no puede concluir con un "se acabó"; queda más suave: "Doy por finalizado el acto". Por lo mismo queda un poco brusco lo de "el Rey entregó los despachos a los militares"; parece más cortés: "el Rey hizo entrega de los despachos a los militares". Una vez más, quizá lo más criticable sea la reiteración de esas formas innecesariamente alargadas, que tampoco llegan a "castellanopatías" (una sesquipedalia insufrible). Lo malo no es tanto el error como la contumacia.

