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Agapito Maestre

Cohesión y propaganda

La desconfianza política en este Ejecutivo es la mejor manera de crear una democracia constructiva y exigente. La capacidad de crítica permanente es inherente a la libertad de prensa.

Espero tanto de Chaves en el Gobierno de España como de Zapatero cuando habla de la cohesión del Estado. Nada. Al año de las elecciones, naturalmente, este Gobierno conserva aún cierta legitimidad, pero, desde luego, se ha hecho acreedor de toda la desconfianza del mundo, porque sencillamente ha gobernado y sigue gobernando sólo para una parte de la población, a veces ni siquiera para todo su electorado. Es un Ejecutivo sectario, burdo y populista. De la crisis económica, por dar un ejemplo de sectarismo, sólo le preocupa que la gente tenga un chusco de pan que llevarse a la boca, pero nunca se preguntará por qué un trabajador autónomo o un pequeño empresario tienen que largarse de su país o cerrar sus negocios.

Sí, sí, al Gobierno sólo se interesa que los más desposeídos no le nieguen su voto. Para los otros, para los "cultos", ya hay mecanismos ideológicos suficientes para que sigan votando al "progreso", al socialismo de rostro humano, a Zapatero. A las clases medias les basta con ideología encanallada. Pero Zapatero, el gran amigo de Obama, está más preocupado por llenarles la andorga a los primeros. Trinidad Jiménez, la nueva ministra de Sanidad, lo dijo en su toma de posesión: "Yo, como repite Zapatero, también tengo mis primeras preocupaciones en los más pobres". El populismo miserable de este Gobierno no tiene límites. No le interesan las personas que crean riqueza y puestos de trabajo. Tampoco la gente creativa para solventar la crisis. Menos todavía quienes se atreven a mostrarles el camino para salir del atolladero.

A Zapatero sólo le preocupa la "cohesión", primero, a través de la barriga; él integrará a todos los disconformes porque les asegura el plato de lentejas que, según ellos, la derecha les retiraría. Eso es cohesión para Zapatero: integración por la vía de la comida. Cohesión no de la nación ni del Estado sino integración social de los desposeídos. La cohesión para Zapatero no es otra cosa que entrega a la empresa socialista. ¿Qué otra cohesión puede concebir alguien que ha convertido la Constitución en una ley de nacioncillas de la que él puede disponer cuando le venga en gana? ¿Qué es cohesión para Zapatero si no el pacto con los nacionalistas para expulsar de la vida política a la oposición? ¿Qué otra cosa que sectarismo puede ser la cohesión para los socialistas si excluyen de la practica médica a quienes no sepan catalán? Nadie en su sano juicio, después de cinco largos años de Zapatero en el poder, puede creerse una soflama de este presidente sobre la cohesión de España.

Lejos de querer integrar a nadie, este Gobierno seguirá siendo, porque así es su jefe y sus ministros, sectario, o sea, la antítesis de la cohesión. Este Ejecutivo comparado con el anterior es, sin duda alguna, todavía más sectario y arbitrario. Sin embargo, noto que la ineptitud y malicia de los gobernantes socialistas compiten con la estulticia y vacuos deseos de los comentaristas políticos de la derecha. No acabo de comprender, por ejemplo, por qué un periódico sensato como ABC se toma en serio la palabrería de Zapatero sobre la cohesión; más aún, no entiendo por qué este periódico propone que es necesario, a estas alturas del partido y después de que Zapatero ha destrozado la base de la nación, a saber, la Constitución, unos "Pactos de Estado por escrito, con contenidos y compromisos, sobre educación, infraestructuras, justicia y economía".

En fin, antes que teorizar sobre esa falsa cohesión de Zapatero, me parece que la obligación moral y, sobre todo, el cometido intelectual de la prensa libre no puede ser otro que aumentar, dicho con terminología de Philip Pettit, la "vigilancia cívica". La desconfianza política en este Ejecutivo es la mejor manera de crear una democracia constructiva y exigente. La capacidad de crítica permanente es inherente a la libertad de prensa. Creerse la noción de "cohesión" de este Gobierno es peor que claudicar ante Zapatero. Es olvidar la misión de la prensa libre, o mejor, de la libertad de prensa.

En España

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