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Agapito Maestre

Democracia integradora

El PNV tiene una concepción tan excluyente de la política que los hace resentidos y, sobre todo, maleducados.

Las formas son decisivas en el sistema democrático. De todos modos, no exageraré la importancia política, otra cosa es la personal, del detalle simbólico de prometer antes que jurar un cargo o de sustituir la Biblia por el Estatuto vasco. No criticaré a Patxi López por su forma de aceptar el cargo, pero sí tengo que indicar que su gesto alberga una pizca de provocación innecesaria en la nueva etapa de integración democrática que ha comenzado en el País Vasco.

En otras palabras, aunque soy un firme defensor de la separación de la Iglesia y el Estado, de la religión y la política, reconozco que no tendría duda alguna entre jurar el cargo de lehendakari ante el Estatuto vasco o la Biblia. Motivos seculares al margen, el empaque literario del Libro de Libros sería razón suficiente para jurar ante ella la aceptación de un cargo público. Más aún, si tuviera que aconsejar a un político cómo entrar en el oficio público, le diría que lo hiciera leyendo y repensando unos versos del beato Juan de Ávila que valen para todos los regidores y políticos del mundo entero:

Desnudo fue puesto el hijo de Dios
en la Cruz cuando ejercitó oficio público.
Y el oficio público, cruz es. Y desnudo
de todos los afectos propios y vestido del amor
de los muchos ha de estar el que
en esta cruz hubiere de sufrir.

Cruz es, en efecto, el oficio público... Y, por supuesto, en el País Vasco es todavía peor. Sin embargo, el PNV ha empezado a hacer "oposición" en la toma de posesión del nuevo lehendakari. Ya ha realizado su primera medida de intimidación contra Patxi López. Puede calificarse como una simple grosería, pero, en verdad, define la primera regla política del PNV. En efecto, es una falta de educación que los dirigentes del PNV no aplaudieran a López en su toma de posesión del cargo. No hay motivos que justifiquen ese gesto chusco y resentido. Pero así será su manera de ejercer su "músculo político". No dan para más. No aplaudir y, por supuesto, negar el saludo al adversario político son suficientes señas de identidad para saber qué hará el PNV; y, por otro lado, ese comportamiento es un buen resumen de las maneras y contenidos que ha utilizado para "desgobernar" o pastorear una "sociedad", durante casi treinta años.

El PNV tiene una concepción tan excluyente de la política que los hace resentidos y, sobre todo, maleducados. No será fácil desmontar todo ese engranaje intimidatorio y primario. Las personas civilizadas, sin embargo, se harán preguntas acerca de las motivaciones profundas de esa falta de educación. ¿Quizá no aplaudieron porque López sustituyó la Biblia por el Estatuto vasco? ¿Quizá mostraron su hostilidad porque López no juró su cargo sino que lo prometió? Sin embargo, creo que ninguna de esas cuestiones interesa a este partido, sencillamente porque ellos han hecho de la amenaza su divisa. No aplaudieron, sencillamente, porque trataban de molestar desde el primer momento a quien trata de integrarlos. Estoy convencido de que ninguno de esos motivos fue la causa de su mala educación. Es algo que viene de más lejos. Es casi ancestral. Están dominados por un extraño tótem.

Pero supongamos que se hubieran molestado porque, en verdad, no hay posible comparación entre la Biblia y el Estatuto. Cierto; pero no es menos verdad que cada cual es libre de jurar o prometer el cargo como le venga en gana, según dice el castizo, siempre que no moleste al otro. ¿Podría sentirse molesto el PNV por ese cambio de ritual democrático? Quizá, pues, al fin, esta gente considera que es imposible anular la legitimidad teológica en un régimen nacionalista. Pero, en mi opinión, no creo que la herencia de la legitimidad religiosa sea la clave del comportamiento de los nacionalistas, sino su deseo de aniquilar al adversario

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