Para muchos de nosotros, el RSS supuso una revolución en la forma en que accedíamos a la información en internet. Cuando empezaron a surgir los blogs, teníamos sus direcciones en los favoritos y los abríamos todos para ver si habían escrito algo nuevo. Pero el enorme crecimiento que experimentaron pronto hizo inviable ese sistema. Fueron el RSS y los lectores de RSS los que nos permitieron seguir al tanto de todo lo que nos interesaba.
RSS es un estándar creado en 1997 por Userland y Netscape, con el objeto de competir con los canales del Internet Explorer a través de su portal configurable "My Netscape"; permitía incluir contenidos de otros sitios web al portal personalizado de cada usuario. Pero cuando dos años después Netscape abandonó el proyecto, parecía que el estándar había muerto. Sin embargo, los blogs lo adoptaron como forma de compartir sus contenidos, y su impulso lo convirtió en un estándar universal, que emplean todas las publicaciones que actualizan frecuentemente sus contenidos, como Libertad Digital.
Originalmente pensado para que unos sitios web incluyeran contenidos de otros, empezaron a popularizarse unos programas llamados "agregadores RSS", que permitían a los usuarios suscribirse a los torrentes de noticias y anotaciones de blogs que les resultaban de interés. Eran programas para nuestros ordenadores, como puedan ser los clientes de correo electrónico Windows Mail o Thunderbird. Recuerdo que mi preferido, con notable diferencia, era FeedDemon. Aún sigue siendo utilizado por muchas personas, pero otros cuantos nos acabamos mudando a aplicaciones que hacían el mismo servicio desde la web, igual que pasamos de leer el correo desde un programa a hacerlo con Gmail. Ofrece la ventaja de poder emplearlo desde cualquier sitio –en casa, en el trabajo, en el móvil– manteniendo siempre la coherencia; es decir, que si leemos los titulares de un blog, aparecerán ya como leído nos conectemos desde donde nos conectemos.
El primer lector decente de este tipo fue Bloglines. Fue creado en 2003 por Mark Fletcher y comprado dos años después por el buscador Ask, cuando su liderazgo era indiscutible y estaba tan de moda como ahora pueda estarlo Twitter. Pero poco después de la venta apareció, primero de forma tímida y algo chapucerilla, una alternativa seria. Era Google Reader, que en septiembre de 2006 ya llevó a cabo su primera renovación y empezó a ofrecer cosas de las que carecía Bloglines. Este último intentó ponerse a la altura al año siguiente con el lanzamiento de una versión beta que igualaba, pero no superaba, las características que ofrecía Google. Y desde hace dos años sigue igual, en pruebas, mientras la versión oficial permanece sin cambios.
El problema es que Ask, después de gastarse 10 millones de dólares, no ha sido capaz de encontrar la forma de sacar dinero del servicio. Y lo ha mantenido con un personal mínimo y perdiendo clientes continuamente. Hasta tal extremo llegó la cosa que, en octubre del año pasado, tardaron una semana en solucionar un problema que convertía Bloglines en algo imposible de utilizar. Su fundador, Mark Fletcher, llegó a decir que pese a que naturalmente no quería hacerlo, le iban a terminar obligando a usar Google Reader.
Yo, después de años de resistirme como gato panza arriba, más que nada por razones sentimentales, he terminado por rendirme a la realidad. Me he convertido en usuario de Google Reader. Creo que a estas alturas Enrique Dans debe ser ya el último de Filipinas. Lo que me da un poco de miedo es la gran cantidad de herramientas que dependen del gigante californiano. No es que crea que vayan a desatenderme como ha hecho Ask. Pero todo podría pasar.