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Cristina Losada

La ele prohibida de La Coruña

El caso de La Coruña ejemplifica como pocos que los auténticos responsables de los excesos de la "normalización" no han de buscarse entre los nacionalistas de nombre, sino en los dos grandes partidos que, por puro hábito, aún llamamos nacionales.

Es sabido que La Coruña no existe. La ciudad y la provincia, por supuesto, están ahí, como siempre. Muchos de sus habitantes, al igual que otros gallegos y otros españoles, continúan hablando de La Coruña como si nada. Sin embargo, cada vez que pronuncian esa "ele" infringen la ley. Sólo A Coruña goza de existencia legal en España. La cooficialidad de idiomas no rige en ningún ámbito oficial. Es así de facto. Pero en los topónimos se ha eliminado de iure. La fazaña, en lo que a Coruña respecta, se perpetró primero en el parlamento gallego y después, en el que representa a todos los españoles. Fue en 1997, bajo el primer Gobierno Aznar. Los detalles de la estrambótica sesión –y cesión– los ha relatado Andrés Freire en su ensayo El día que La Coruña desapareció, publicado en La Ilustración Liberal. En ambas cámaras, la erradicación del nombre español de la ciudad fue aprobada por práctica unanimidad.

Unánimes fueron los padres de la patria a la hora de vulnerar la realidad. Pero no lograron que La Coruña desapareciera del habla ni que los coruñeses se resignaran. Todavía no hay policía lingüística capaz de sancionar a la enorme cantidad de transgresores que aún anda suelta por las calles. En cambio, sí hay instrumentos para impedir que unos ciudadanos hagan campaña por la cooficialidad del topónimo en español. Este mes de noviembre, varias asociaciones, como Coruña Liberal y la Mesa por la Libertad Lingüística, decidieron insertar en los autobuses de la ciudad un anuncio con un texto inofensivo: "La Coruña con L de Libertad". Qué digo, inofensivo. ¡Es subversivo! Tanto lo es que ha sido vetado por la autoridad municipal. Pues para el ayuntamiento del PSOE y del BNG, un lema que reúne dos "eles" prohibidas es de una osadía intolerable y de una insolencia delictiva.

Desde la decisión del 97, los coruñeses han venido reclamando la restitución de la "ele". Siempre en vano. Cuando el alcalde socialista Paco Vázquez insistía en ponerla, la Xunta presidida por Fraga lo llevó a los tribunales. Ahora, Feijóo dice estar dispuesto a reconsiderar, pero ha exigido al municipio una moción que, dada la mayoría allí, no sale adelante. El caso de La Coruña ejemplifica como pocos que los auténticos responsables de los excesos de la "normalización" no han de buscarse entre los nacionalistas de nombre, sino en los dos grandes partidos que, por puro hábito, aún llamamos nacionales.

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