José García Moriyón se ha visto regañado por escribir "márketing" con tilde en la primera sílaba. El hombre se ha sorprendido de que en el DRAE figure marketing, sin tilde, pero se indica que es una voz inglesa. En inglés no hay tildes, y marketing se pronuncia "márquetin". Así es como dice el Diccionario panhispánico de dudas que hay que escribir la palabreja en español. Lo que no ha prosperado es el equivalente castizo de "mercadotecnia"; como no prosperó lo de "jeriñac" para el coñac. Por tanto, dígase y escríbase "márquetin" en español. Si algún ignorante nos regañara por ello, tanto peor para el regañador.
José María Navia-Osorio se queja de que se abuse oficialmente de la voz "alcoholemia" como resultado de la prueba de soplar, que se hace ocasionalmente a los conductores de vehículos. Señala el médico de Oviedo que "la alcoholemia solo se puede medir analizando una muestra de sangre". Lo del alcohol en el aire que se espira es solo una aproximación de la concentración de alcohol que podría tener la sangre. Se agradece la precisión.
Daniel Gutiérrez Martínez corrige mi aseveración de que Ceuta y Melilla entraron en el Reino de Castilla antes que Navarra. Reconozco mi exageración, sobre todo en el caso de Ceuta, que fue portuguesa hasta 1640, fecha en la que pasó a España, pero conservando la bandera. Sin embargo, don Daniel recoge el espíritu de mi observación. A saber, las dos ciudades eran de cultura cristiana (por influencia española o portuguesa) antes de que en 1512 Navarra pasara al Reino de Castilla. Lo esencial es que, hasta el siglo XX, no se puede hablar propiamente de Marruecos. Primero fue un protectorado francés y español; luego pasó a ser una satrapía independiente.
José María Sancho (Zaragoza) observa esa maravilla del plural impersonal, por ejemplo, en el saludo "¿Cómo estamos?". Por mucho que sea de significación dudosa, lo veo utilísimo. Así, el médico puede utilizar ese saludo cortés para empezar a hablar con el paciente. Me recuerda lo de aquel catedrático de Granada, que le dijo a su ayudante: "Mañana, después de clase, nos vamos a Madrid". Así que, al día siguiente, el ayudante se presentó en la clase con su maletilla de viaje. El catedrático aclaró: "No me entendió usted; le dije que nos vamos a Madrid, nosotros, la cátedra. Será solo por unos días. Así que usted me sustituirá en las clases". Eran otros tiempos, en los que había ayudantes de cátedra y acompañaban al maestro en las lecciones.

