Es cuestión de estilos o, al menos, eso es lo que debería pensar la gente para comprender el empate del Madrid en Almería y la amplia victoria del Barça ante el Málaga. No digo que no sea decepcionante para los blancos, que lo es, sólo digo que si el equipo no saca la casta desde el principio del partido, aquí no hay nada que hacer.
Es cierto que el árbitro estuvo mal y que pudo haber penalti a Cristiano y mano dentro del área en la última jugada, pero un equipo como el Real Madrid no puede acudir al árbitro para explicar un empate a todas luces inexplicable, puesto que 72 horas antes habían protagonizado una exhibición ante el Atlético en Copa y porque el Almería era y es colista de la Liga. El conjunto de Mourinho debió ir desde el inicio a por el partido y no lo hizo como sabiéndose, que lo es, superior. Cuando los locales marcaron había mucho tiempo pero el Madrid se puso nervioso, le entraron las prisas y no pudo ganar, aunque debió hacerlo.
Y eso da pie a otra reflexión. El Madrid, jugando su peor partido de la temporada, pudo ganar, es más hasta lo mereció pero pecó de falta de actitud. Una actitud que le hubiera llevado a tener el partido encarrilado en la primera parte sin demasiados problemas, de habérselo propuesto.
Y si un poco después juega tu gran rival y en quince minutos tiene el partido controlado por ese ansia de gustar con el que sale el Barça siempre, pues todo se pone más complicado. Los azulgrana protagonizaron un partido antagónico al de su rival. Marcó tres goles en la primera parte pero pudieron hacer seis, marcaron otro en la segunda, pero pudieron ser cuatro. Hasta recibieron un gol, golazo, pero no se movieron del guión. Nada cambió, el Barça nunca se altera y, por eso, aunque aun queda mucho, es algo favorito a ganar este título.
Ya sé que los madridistas estarán hoy algo contrariados. Lo bueno es que saben dónde está el error. Sólo la actitud les hubiera llevado ayer a ganar cómodamente. Simplemente es ponerla en todos los partidos. Estoy seguro de que lo harán porque este club nunca muere. Siempre está al acecho, tiene calidad. La única duda que queda es saber si resucitará pronto y a tiempo. Porque este Barça es mucho equipo.

