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Agapito Maestre

El debate sucesorio

Desde el 11-M, los españoles han perdido la imaginación, la capacidad crítica, la memoria, la inteligencia y, en fin, todo aquello que al hombre lo hace hombre.

No todo está dicho sobre el debate sucesorio que hay en el PSOE. Los medios de comunicación son muy críticos con Zapatero. Pocos son los que apuestan por él; yo también soy de esa opinión de que este hombre acabará marchándose. El problema es cuándo, por lo tanto, yo no descarto que quiera agotar la legislatura. Tres argumentos maneja Zapatero para agotar la legislatura. En primer lugar, Zapatero no está al margen del partido como han dado a entender algunos editorialistas; por el contrario, Zapatero es un hombre de partido. No hará nada sin contar con Rubalcaba, Bono y Blanco.

El debate sucesorio, pues, está abierto, entre otros motivos, porque Zapatero no está sólo. Hay un partido con una historia dura y cerrada. Ese partido, sin duda alguna, decide. No hay contradicción entre el partido y Zapatero como creen algunos. El retórico enfrentamiento entre el PSOE y Zapatero es un juego, una maniobra, del propio partido a las que se prestan los medios de comunicación. Editorializar sobre un enfrentamiento entre el partido y Zapatero es humo. Nada. Es desconocer por completo la historia del PSOE y su cerrazón leninista. El PSOE maneja un segundo argumento para que Zapatero agote la legislatura: por un lado, esperan que la economía mejore a finales de años y eso lo puede dar un respiro; y, por otro lado, creen que la presión del Ejecutivo sobre ETA pudiera terminar en un comunicado de la banda criminal anunciando el "alto definitivo".

En cualquier caso, ninguno de esos argumentos sería definitivo para permanecer en el poder. Hay uno más fuerte y poderoso. Me refiero a la indolencia de los españoles ante las barbaridades cometidas por su casta política en general, y por el gobierno de Zapatero en particular. El presidente del Gobierno conoce mejor que nadie en España lo que he llamado, en otras ocasiones, indefensión aprendida.

El PSOE maneja a la perfección este síndrome. La actuación del PSOE en su historia ha sido decisiva para crearlo. No se trata de un síndrome para definir a fanáticos. La cosa es más grave. En verdad, millones y millones de habitantes han olvidado el significado de vivir erguidos. De hecho, no es que les guste más o menos vivir arrastrados, sino que ya no parecen tener espina dorsal. Ojo, amigos, que no hablo del nihilismo político de periodistas y votantes, sino de gente que no quiere defenderse de su casta política. Se trata de gente que ha tirado, definitivamente, la toalla. En efecto, son mayoría los españoles que han aprendido a vivir como perros. Han aprendido a vivir indefensos. Desde el 11-M, los españoles han perdido la imaginación, la capacidad crítica, la memoria, la inteligencia y, en fin, todo aquello que al hombre lo hace hombre, porque el miedo, el terror al peligro, es, como decía Daniel Defoe, diez mil veces más terrorífico que el peligro mismo.

Aquí cuesta indignarse. A lo sumo nos cabreamos, pero, al final, todo vuelve a su ser; Stephane Hessel, el autor francés de ¡Indignaos!, aquí escribiría: ¡Arrastraos, levantaos! El "arrastrao" es peor, bastante más peligroso, que un nihilista. Es alguien que se niega a ser ciudadano. Sí, sí, la ciudadanía en más que un concepto jurídico, es sobre todo una forma de vida moral. Es el comportamiento de los seres libres. Exactamente eso es lo que parece haber desaparecido en España. Ha desaparecido la capacidad de indignarse de los españoles ante el fraude, el engaño y, sobre todo, la corrupción moral e intelectual de este Gobierno.

¡He ahí el motivo clave que maneja Zapatero para aguantar toda la legislatura!

En España

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