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Ignacio Moncada

Gobernar desde la sombra

Nadie duda de que con su salida del Ejecutivo, Rubalcaba ha tomado el mando absoluto del mismo. Hasta las elecciones gobernará desde la sombra.

Rubalcaba, con el hecho de abandonar el Gobierno, huye de sí mismo. Él sabe que el Gabinete de Zapatero quema. Que cada día en el Consejo de Ministros degrada su imagen pública, y le debilita más como candidato. No hace falta ser un brillante asesor electoral para darse cuenta que la única posibilidad, no ya de ganar, sino de minimizar el batacazo electoral, es alejarse de Zapatero. Es distanciando la imagen del actual Gobierno de la propuesta política que quiere llevar a las elecciones. Por desgracia para él, lo han hecho tan mal que salir de esa trampa es meterse en otra. Y es que a nadie se le escapa que el actual Gobierno y Rubalcaba es la misma cosa. Todo lo que se ha hecho en estos últimos ocho años ha tenido la bendición y la promoción del candidato socialista, llegando a ser, probablemente, el vicepresidente español más poderoso que se recuerda. Verle ahora salir del Gobierno recuerda a Peter Pan tratando de escapar de su sombra.

Nadie duda de que con su salida del Ejecutivo, Rubalcaba ha tomado el mando absoluto del mismo. Hasta las elecciones gobernará desde la sombra. Aunque en teoría queden ocho meses de legislatura, Zapatero ya no tiene nada que decir. Las elecciones serán cuando el candidato diga. Es decir, cuando más le convenga. Y hay consenso en que serán en noviembre, aprovechando el repunte temporal del empleo por los puestos ligados al verano. Demostración inequívoca de que la crisis irá a peor, pues si no se convocarían en marzo. El adelanto electoral, sin embargo, será una losa para el Gobierno, que argumentaba que iba a apurar la legislatura para sacar adelante esas reformas económicas en las que nunca han creído. Hecho que resta puntos al PSOE, si cabe, por quedar nítida la renuncia a hacer lo mejor para España, y concentrarse descaradamente en tratar de conservar el poder.

El candidato socialista pronunció por fin su esperado discurso como candidato oficial del PSOE. Tras tanto bombo, no fue más que una arenga en clave interna por la que recuperaba la política económica que llevo a España, hace un año, al borde de la suspensión de pagos. Esa política populista y trufada de improvisaciones y contradicciones que ha caracterizado al actual gobierno socialista. Sus dos principales pilares económicos son tomar parte del beneficio de la banca para crear un fondo –segundo plan E– para crear empleo, y hacer que los bancos den créditos. Dos ideas que van en direcciones opuestas, se deduce. Pues debilitando el sistema financiero, genial ocurrencia, el crédito será menor y más caro. Y así no se crea empleo, sino que se destruye. Todo para, créanlo o no, despilfarrar de nuevo el dinero. Luego acudirán a los bancos para que les financien el gasto público. Pero todo esto da igual, porque quien hoy gobierna en la sombra sólo quiere conservar el poder, aún a costa de traer de nuevo la pobreza a España.

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