La Sra. Sánchez tiene menos vergüenza y sentido de la propia dignidad que instinto de conservación y mejora.
No quiere que le pase lo que a Vidal Quadras.
Y la comparación entre ambos sugiere que estamos ante un sistema de selección inversa, de promoción de lo peor.
El autor parece olvidar que el valor supremo de esta democracia al que todos los demás valores se subordinan es el de que hay que pisar moqueta como sea.