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Cristina Losada

La agenda oculta

Era más verosímil el dóberman que ese plan secreto guardado en la caja fuerte de Génova 13. Y el gran problema de los socialistas es, justo, que su proyecto no está oculto, sino escandalosamente a la vista.

El avance del programa electoral del Partido Popular ha sido mal recibido por el Partido Socialista, como es natural y era previsible. Es más, que hubiera sucedido lo contrario sí que sería noticia. Pero las críticas del que ya se comporta como partido opositor tienen su miga. Pues no se dirigen tanto contra las cien medidas aireadas en Compostela, sino contra aquello que no está escrito. Así, los voceros de esa oposición en el Gobierno mantienen que en la presentación ha habido fraude y que los papeles mostrados por el PP no constituyen su programa. De ninguna manera. Como en el anuncio, los socialistas exclaman ¡yo no soy tonto!, y en plan peliculero denuncian la existencia de una "agenda oculta". Ello confiere, y creo que por vez primera, cierto halo de suspense a un asunto tan desprovisto de emoción, tan administrativo, como un programa electoral. Máxime si se trata de uno como éste, reflejo fiel de esa tradición gestora y tecnocrática de la derecha en la que Rajoy se encuentra a gusto.

Una espera de los políticos profesionales que se lean hasta la letra pequeña de las propuestas y promesas del partido de la competencia a fin de ponerlas a escurrir y de plagiarlas, algo que también sucede. Digamos, por lo suave, que tal ejercicio, por árido y trabajoso que resulte, les va en el sueldo. Pero a tenor de las palabras de la jefa de campaña de Rubalcaba no parece que ése, el de hincar los codos, haya sido el caso. Su principal comentario sobre la parte pública –no la escondida– del programa del PP coincide casi literalmente con el titular que le dedicaba su periódico de referencia: menos impuestos al capital y salarios a la baja. O es pura sincronía o es pura pereza. Y me temo que responde a la ley del mínimo esfuerzo. Igual que esa valoración suya de que son las "recetas de la derecha clásica". ¿Y qué otras van a ser? ¿Acaso las maoístas? Aunque ahí asoma la patita de la descalificación ideológica: "derecha" como sinónimo de monstruoso.

Se comprende que el PSOE haga la campaña del miedo a la derechona, que es un clásico suyo. Pero era más verosímil el dóberman que ese plan secreto guardado en la caja fuerte de Génova 13. Y el gran problema de los socialistas es, justo, que su proyecto no está oculto, sino escandalosamente a la vista.

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