La civilización no es lo que era. Por sostener que una civilización que respeta la libertad y los derechos humanos no es igual -y es "más avanzada"- que otra que no lo hace, un ministro francés ha sido tachado de nazi. La opinión publicada ha atribuido, además, esas palabras de Claude Guéant a una maniobra de su jefe Sarkozy destinada a cosechar el voto de los xenófobos. Es curiosísimo que conceptos como civilización, democracia y derechos humanos susciten asociaciones con la barbarie del Tercer Reich, pero hay que tener en cuenta ese trastorno conocido como multiculturalismo, que tan afectada nos ha dejado a la izquierda. A sus ojos selectivamente relativistas, la civilización no es lo que todos pensamos ni lo que ella misma pensaba no hace tanto tiempo.
Cristina Losada
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El buen salvaje
La consecuencia política más estupefaciente de la actitud multiculti es la entrega a la extrema derecha de las banderas de la civilización y sus valores fundamentales, ¡y en exclusiva!
Al ministro Guéant le han colocado la cruz gamada por "jerarquizar" civilizaciones. El dogma público de los multicultis afirma que las civilizaciones son múltiples, todas igual de admirables y ninguna mejor que las otras. Pero eso es solo la mitad del cuento. En la otra mitad, y determinante, hay una intensa hostilidad hacia las tradiciones, normas sociales y sistemas de pensamiento, ciencia incluida, de Occidente. Somos la manzana podrida del cesto, la única. Hemos de sentirnos culpables por haber llegado tan alto, es decir, tan bajo, y debemos agachar la cabeza ante los que hemos despreciado y oprimido, esas culturas maravillosas que nunca cometieron atrocidad alguna. Sí, es asunto de psiquiatría, pero es.
La consecuencia política más estupefaciente de la actitud multiculti, y de episodios como el referido, es la entrega a la extrema derecha de las banderas de la civilización y sus valores fundamentales, ¡y en exclusiva! Es también la consecuencia más estúpida, pero en eso están. En proclamar, de hecho, que sólo los nazis -o los lepenistas- pueden creer que un sistema protector de la libertad y los derechos es mejor que una teocracia islamista regida por la sharia. Naturalmente, quieren evitar que las otras culturas puedan contagiarse de los modos de la sociedad liberal, no vayan a echarse a perder. Porque los multicultis vienen a ser como los ayatolás, solo que no llegan hasta el final. No se atreven a justificar que lapiden a las mujeres y cuelguen a los homosexuales.Y, sin embargo, esa barbaridad va implícita en su alocución preferida: ¡Es su cultura!
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